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LO QUE LE FALTABA A ÁFRICA

Terremoto Annan amenaza el Continente Negro

El ex secretario general de Naciones Unidas va a comandar una institución de nuevo cuño que tiene por cometido lograr una "revolución verde" en la agricultura africana. La financiación correrá a cargo, principalmente, de Bill Gates. Pero, visto lo visto, quizá lo único que reverdezca sean las cuentas corrientes de Kofi y sus compadres.

El ex secretario general de Naciones Unidas va a comandar una institución de nuevo cuño que tiene por cometido lograr una "revolución verde" en la agricultura africana. La financiación correrá a cargo, principalmente, de Bill Gates. Pero, visto lo visto, quizá lo único que reverdezca sean las cuentas corrientes de Kofi y sus compadres.
Kofi Annan.
Nunca proliferó tanto la incompetencia, el despilfarro y la corrupción en Naciones Unidas como cuando estuvo Annan al frente de la Secretaría General. Recordemos, por ejemplo, el escándalo del programa Petróleo por Alimentos. La ONU no rendía cuentas y estaba a cargo de funcionarios incompetentes designados en función de sus nacionalidades, es decir, bajo una especie de programa de acción afirmativa.
 
La Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA) comenzará a funcionar con los 150 millones de dólares que han desembolsado las fundaciones Rockefeller y Bill & Melinda Gates. "África debe confiar en las soluciones africanas, su mano de obra, sus semillas, sus mercados, y no buscar soluciones mágicas en la biotecnología importada o en la promesa de unos mercados extranjeros más abiertos", declaró Annan cuando se presentó en sociedad como mandamás de la AGRA.
 
La tecnofobia de Kofi no nos pilla de nuevas. Durante su mandato, la ONU libró una guerra sin cuartel contra las aplicaciones biotecnológicas a la agricultura y los alimentos; una guerra de resultados catastróficos para los países más pobres del planeta. Numerosas regulaciones draconianas, anticientíficas y altamente politizadas impidieron que se hicieran progresos fundamentales en los ámbitos de la agricultura y la investigación y desarrollo de productos farmacéuticos.
 
Los productos genéticamente modificados pueden mitigar el hambre, la sed y las enfermedades que padecen millones de personas, incluso facilitar el desarrollo de vacunas comestibles (incorporadas a las frutas y las verduras). Sin embargo, en el último decenio la Convención para la Diversidad Biológica de la ONU ha dado rienda suelta a una serie de medidas, basadas en un espurio "principio de precaución", que imponen contrastar a priori la completa seguridad de todo nuevo producto o avance tecnológico.
 
La utilización de semillas genéticamente modificadas reduce drásticamente la necesidad de emplear pesticidas y protege mejor las tierras de la erosión, dado que no es preciso ararlas para sembrar.
 
La ONU cae en contradicciones que no sólo resultan dañinas para la gente, también ponen en entredicho los tan cacareados Objetivos del Milenio de la propia organización. El más ambicioso de ellos consiste en acabar con la extrema pobreza y el hambre para el año 2015; pero resulta que no hay manera de conseguirlo si se ponen trabas, en forma de regulaciones y burocratismos, a las innovaciones tecnológicas. Reducir la mortalidad infantil es otra meta importante. La biotecnología, con sus vacunas comestibles incorporadas a las frutas verduras, puede contribuir a ello; pero la agencia de la ONU para la alimentación no hace más que soltar alaridos histéricos de protesta.
 
De acuerdo con el secretario general de la Organización Meteorológica Mundial, otra institución de la ONU, "el manejo integrado de los recursos hídricos es la clave para alcanzar los Objetivos del Milenio relacionados con la garantización del acceso al agua potable, la salud y la protección del medioambiente". Pues bien, ahí está la ONU para sabotear el desarrollo de plantas genéticamente modificadas que puedan sobrevivir a los periodos de sequía.
 
La única industria en crecimiento de la ONU es la de las regulaciones, que ejercen una nefasta influencia en el desarrollo de las nuevas tecnologías que tan desesperadamente necesitan los países pobres.
 
Por lo que hace al tecnófobo Kofi Annan, su execrable paso por Naciones Unidas lo convierte en la persona menos adecuada para lanzar una "revolución verde" en África. Así que, amigo Bill, lo mejor que podrías hacer es ponerlo de patitas en la calle. Pero ya.
 
 
© AIPE
 
HENRY I. MILLER, investigador de la Hoover Institution.
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