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RUSIA-TERRORISMO

¿Quién está detrás del atentado de Moscú?

Tras las intensas investigaciones llevadas a cabo estas últimas semanas por los servicios rusos de Inteligencia, está clarísimo que el jóven Movsad Baráev, presunto cabecilla del comando terrorista que se hizo con un millar de rehenes en un teatro de Moscú, no organizó, ni protagonizó el secuestro.

Fue un hombre de paja, sin experiencia, sin preparación adecuada, ni medios financieros. A la hora de la verdad, cuando los “Alfa” rusos asaltaron el edificio ni siquiera pudo disparar su “kalasnikov”: al parecer, tenía mucho miedo y estaba completamente borracho a pesar de haberse proclamado integrista islámico y “shahid” (mártir).
Entonces, ¿quién estaba detrás de este joven? El periódico ruso Novosti Online ha publicado una de las versiones del suceso que nos parece bastante fidedigna.

Resulta que los mismos secuestradores han reiterado en varias ocasiones a los representantes de la prensa que con su misión suicida “cumplían los órdenes del presidente (Aslán) Masjádov”, líder separatista checheno relativamente moderado y antiguo coronel del Ejército soviético. Moscú y el Gobierno prorruso checheno, enemigos declarados de Masjádov, utilizaron enseguida esta versión del secuestro. El presidente Putin, frotándose las manos, declaró en voz alta para que le oyeran sus “amigos” europeos: ¡ya veis, tontos, como es la llamada dirección política separatista! ¡Son asesinos! ¡No habrá conversaciones de paz con ellos, habrá una guerra hasta exterminar a todos!

El propio Masjádov negó su protagonismo en el secuestro y lo condenó como un crimen contra civiles. Según los expertos militares rusos, este hombre, que busca negociar con los rusos, tampoco tiene medios para realizar un ataque parecido. Además, el clan de los Baráev nunca “cumplía órdenes” del “presidente”, ya que pertenece a un grupo rival. Y por último, de ser así, Masjádov, que desea el apoyo del mundo civilizado para su causa, nunca hubiera permitido que su nombre fuera pronunciado en relación con este macabro crimen y nunca hubiera dado la oportunidad a Putin de desprestigiarle ante la opinión pública internacional.

No obstante, el Gobierno ruso conoce de sobra a los verdaderos protagonistas del secuestro, escribe el periódico moscovita. Hasta se conoce el nombre del auténtico jefe del comando, muerto junto con los demás terroristas en el ataque de las fuerzas rusas. Se trata del jordano Abu Said, mano derecha del “coronel” saudí, Abu Walid al Hamidi, comandante en jefe de los mercenarios árabes en Chechenia. El periódico, que cita fuentes jordanas y saudíes, considera que el atentado fue planeado y pagado por la Asociación de los Hermanos Musulmanes, un grupo integrista internacional, con profundas raíces en varios países árabes, incluido el Golfo Pérsico, y estrechamente vinculado con Al Qaeda de Ben Laden.

Durante los días del secuestro, el comando mantuvo intensos contactos, tanto por correo electrónico como por teléfonos móviles, con varios países del Golfo. Estos contactos fueron interceptados por los servicios de escucha ruso y estadounidense. Los israelíes también indican que el protagonismo del secuestro de Moscú pertenece a los árabes, señala Novosti Online. El mero hecho de que los autores del atentado llevaran explosivos en su cuerpo y estuvieran dispuestos a sacrificarse, demuestra la influencia extranjera. Los terroristas chechenos, por muy brutos que sean, ni siquiera en los siglos pasados han sido “kamikazes”. La fórmula “morir matando” viene a Chechenia de Oriente Medio, añade el periódico.

¿Para qué lo hicieron? Primero, para dar un nuevo impulso a la “yihad” chechena, parte de la “guerra santa” mundial contra los “cruzados”. Y es que ésta se ve últimamente bastante debilitada por la muerte de muchos “señores de la guerra” y la apatía de la mayoría de los chechenos, hartos del conflicto. Segundo, para frustrar cualquier intento de Masjádov de “rendirse” ante Moscú. Tercero, para coger el mando de la guerrilla chechena en sus manos, promocionando a la juventud radical y enfrentándola con los viejos “señores de la guerra”. Estos últimos, crecidos en la época comunista, no demuestran mucha adhesión a las ideas wahabitas y se pronuncian contra la presencia árabe en la zona.


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