
En esta ocasión Roberto Benigni da vida a Attilio, poeta y profesor universitario en Roma. Ha publicado recientemente su última colección de poemas, El tigre y la nieve, que ha tenido una buena acogida. Por las noches sueña con una mujer con la que se desea casar, Vittoria, que en realidad no quiere saber nada de él. Pero el estallido de la segunda guerra de Irak va a cambiar imprevisiblemente las vidas de ambos.
El éxito del film parte de una premisa: que al espectador le guste el humor hiperbólico y exuberante del cómico toscano. Si no, no hay nada que hacer, porque él llena la cinta de principio a final. A la historia de amor, de final original y delicioso, hay que añadir una mirada simpática sobre el monoteísmo, que lleva al personaje a rezarle a Alá un Padrenuestro. Puede parecer ecléctico, pero en el film no es más que la afirmación de un único Dios que puede obrar el milagro. También hay quien critica su supuesta frivolidad en el tratamiento de la guerra, pero creo que la película debe interpretarse con un cuento cuyos referentes reales no pasan de ser un mero marco. Y sin embargo, sí se puede deducir un alegato contra esa guerra. Algo así le ocurrió con La vida es bella, cuando le acusaron de trivializar el holocausto.