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REGRESO A PREGUNTAS BÁSICAS

La ética de los negocios

La ley Sarbanes-Oxley ha creado una situación en la cual los ejecutivos y el directorio cambian su orientación a la ética. En lugar de ser responsables de hacer lo que es correcto, su responsabilidad se determina por la línea de legalidad y luego tener que irse moviendo lo más cerca posible sin pasarse, mientras que maximizan los ingresos de inversión de sus accionistas.

La ley Sarbanes-Oxley ha creado una situación en la cual los ejecutivos y el directorio cambian su orientación a la ética. En lugar de ser responsables de hacer lo que es correcto, su responsabilidad se determina por la línea de legalidad y luego tener que irse moviendo lo más cerca posible sin pasarse, mientras que maximizan los ingresos de inversión de sus accionistas.
Bush da la mano al congresista Oxley durante la firma de la ley Sarbanes-Oxley
La ley Sarbanes-Oxley de 2002 cambió fundamentalmente el panorama de intervención de cuentas y balances para las compañías que cotizan en bolsa. La ley ha tenido consecuencias de largo alcance para los sistemas de balances finacieros de las empresas. Por ejemplo, hay nuevas reglas para retener papeles auditados. Se ha creado una nueva comisión de investigación para firmas contables que auditan compañías que cotizan en bolsa. Se dará una medida de protección extra a aquellos que acusen a alguien de prácticas no éticas o ilegales. Y quien interfiera con las investigaciones recibirá penas adicionales. Con el fin de lograr transparencia, hay nuevas reglas acerca de la independencia del auditor, informe de conflictos de interés en el análisis financiero y de cómo compañías que cotizan en bolsa informan sus circunstancias financieras.
 
Sin embargo, cumplir con tan exhaustiva regulación no es barato. De acuerdo a un editorial reciente del Wall Street Journal, el coste aproximado por cumplir el decreto Sarbanes-Oxley será de cerca de 2 millones de dólares anuales por compañía. El coste es alto, pero si los ejecutivos no se controlan a sí mismos la prudencia dicta que los legisladores tendrán que entrar en escena y hacer más leyes. Sin eso, la confianza del inversor bajará y el mercado no operará con efectividad.
 
Pero, semejante legislación… ¿es saludable? ¿O el resultado será aún más insidioso? No se sabe todavía, por ejemplo, si la gente que dirigía Enron eran criminales bajo las leyes que regían en ese tiempo. Sus juicios inminentes lo determinarán. Pero sin duda no fueron éticos.
 
Sin embargo, la ley Sarbanes-Oxley ha creado una situación en la cual los ejecutivos y el directorio cambian su orientación ética. En lugar de ser responsables de hacer lo correcto, su responsabilidad se determina por la línea de legalidad, hacia la que se moverán acercándose todo lo posible sin pasarse mientras que maximizan los ingresos de inversión de sus accionistas.
 
Recientemente pregunté a algunos directores de empresas en bolsa que era lo que pensaban de la nueva legislación ahora que ya han podido verla en acción durante una o dos temporadas. Saltaron dos problemas. El primero de todos era el enorme coste. Ninguno se sorprendió del cálculo del Wall Street Journal. Y segundo que la ética de negocio se estaba convirtiendo en cuestión de “marcar la casilla” en la que no tenían ya que pensar en los problemas éticos. Bajo la Sarbanes-Oxley, la ética se ha convertido en cosa de leyes, no de conciencia o prudencia.
 
Esto coloca a los legisladores y los directores de empresa en el peligroso juego ético del gato y el ratón. Los que hacen las leyes ¿pueden anticipar por completo lo que unos pocos inescrupulosos hagan? Probablemente no. En el mejor de los casos, la legislación es sólo una parte de la respuesta.
 
La verdad es que la proliferación de leyes no va a resolver el problema. Como abogado, Grant Gilmore escribió una vez: “Cuando mejor sea la sociedad, menos leyes tendrá. En el Cielo no habrá leyes y el león se echará junto a la oveja. En el infierno, sólo habrá leyes y su proceso legal correspondiente será seguido meticulosamente”.
 
Bush con el senador Paul Sarbanes durante la ceremonia de la firmaEl resto de la respuesta es cuestión del desarrollo de nuestra cultura y sociedad. Quizás un buen sitio para empezar esta conversación serían los pasillos de las academias que forman a nuestros empresarios. Los días de la educación ética “sin valores” se acabaron. El método, más que común, de presentar los casos sin examinar lo correcto o incorrecto de posibles soluciones ya no es adecuado.
 
Aquellos que enseñen ética de negocios (y hasta negocios en general) deben volver a pedirle a sus alumnos que reflexionen sobre algunos de los temas básicos de la existencia humana. Los alumnos harían bien pensando sus respuestas a preguntas como:
  • ¿Quién soy?
  • ¿Cuál es mi trabajo?
  • ¿Cuál es mi responsabilidad frente a mi comunidad?
  • ¿Puede irme bien y ser bueno al mismo tiempo?
  • ¿Cuál es la diferencia entre tener éxito y ser relevante?
  • ¿Cómo equilibro las exigencias sobre mi tiempo?
  • ¿Cuánto es suficiente?
La legalidad es importante ya que nos da un contexto dentro del cual los negocios pueden operar. Nos asegura que hay ciertas expectativas razonables que se harán cumplir por ley. Pero las dudas sobre la legalidad no pueden ser el final del problema.
 
Aquellos que enseñen ética de negocios tendrán que escoger entre lo que es limpio y lo que no lo es. Tendrán que poder defender sus preferencias delante de sus alumnos. Tendrán que guiar a esos alumnos que luchan con esos asuntos básicos de la Humanidad.
 
Pero no tendrán que entrar al debate sin recursos. Hay una cantidad inmensa de literatura que se ha acumulado durante miles de años. Este material verdaderamente global nos proporciona la guía de lo que es y no es ético; nos lleva a ese tipo de reflexión que es necesaria. Se encuentra en la mayoría de enseñanzas de las religiones del mundo. Se encuentra en filósofos antiguos y modernos.
 
En lugar de encontrar respuestas inflexiblemente opuestas a las preguntas hechas arriba, mi sentido me dice que habrá una consistencia que sorprenderá a muchos. Piense por ejemplo, en cómo la reflexión ética sobre la dignidad humana le puede comenzar a dar respuestas a esas preguntas. O cómo las referencias a las virtudes morales tradicionales como justicia y prudencia le pueden ayudar a tratar el tema.
 
Un libro relativamente nuevo editado por Robert Kraynak y Glenn Tinder, En defensa de la dignidad humana, es un buen lugar para empezar la labor. El autor de uno de los capítulos, John Witte, describe el proyecto de esta manera: “Este volúmen de ensayos por académicos de varias creencias y profesiones es exactamente el tipo de práctica que se necesita. Felizmente, es una parte de muchos otros nuevos e importantes estudios que han aparecido… hechos por académicos judíos, musulmanes, confucianos, budistas e hindúes trabajando con los temas de la dignidad humana y de derechos humanos dentro de sus propios contextos”. Podríamos agregar una serie de otros documentos como la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948.
 
Legislar nunca tendrá el poder efectivo que tiene la gente éticamente bien desarrollada. Sarbanes-Oxley podrá prevenir algunos actos no éticos criminalizando ciertas actividades a nivel empresarial pero no podrá formar ni moldear moralmente a los actores humanos. Es la hora de volver a las preguntas básicas de lo que significa ser seres humanos responsables.
 
Acton InstituteEl Reverendo Gerald Zandstra, pastor de la Iglesia Cristiana Reformada en Norteamérica, es director del Center for Entrepreneurial Stewardship del Acton Institute.
 
©2005 Traducido por Miryam Lindberg del texto original en inglés.
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