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Inés Arrimadas

No nos callarán

El informe del CAC debería convertirse en un símbolo. Algo que haga abrir a más de uno los ojos respecto a una realidad que no es agradable mirar.

El informe del CAC debería convertirse en un símbolo. Algo que haga abrir a más de uno los ojos respecto a una realidad que no es agradable mirar.

Parece que en Cataluña, si no formas parte de una lista, no eres nadie. Ha llegado mi turno. Me explico. El Gobierno de la Generalitat ha encargado al Consejo del Audiovisual de Cataluña (CAC) que recoja muestras de declaraciones que, según su criterio, "fomenten el odio, menosprecio o discriminación" ante aspectos que afectan a Cataluña en medios de comunicación de ámbito nacional.

Todo ello se ha plasmado en un informe en el que se identifica a periodistas, tertulianos de diferentes programas y a un representante público (yo misma, como diputada de Ciudadanos) y se trascriben sus declaraciones.

Concretamente, mi declaración -motivo de tamaña afrenta- se refería a la condena de las multas lingüísticas existentes en Cataluña por no rotular los establecimientos en catalán. Algo que hago repetidas veces y que seguiré haciendo siempre que tenga ocasión.

Lejos de avergonzarse de su fechoría, el portavoz del Gobierno expone orgulloso su obra y anuncia acciones "legales y políticas" contra los medios de comunicación y las personas de la lista.

Es decir, que el Gobierno de la Generalitat no solo impone multas lingüísticas sino que, si lo denuncias en un medio de comunicación, te graban, te incluyen en un informe sobre el fomento del odio a Cataluña y amenazan con emprender acciones.

¿Se imaginan ustedes la estampa de decenas de personas en una sala, con televisores y cascos revisando las tertulias políticas de televisiones nacionales y elaborando un informe al respecto cumpliendo órdenes del Gobierno? Pues imagínenselo, pero no lo hagan en blanco y negro, póngale color porque esto ocurre en pleno s. XXI.

El acoso a periodistas y tertulianos por parte de un instrumento de control político como es el CAC es impensable en un país democrático; pero, si me lo permiten, que en este acoso incluyan a un representante público es de juzgado de guardia.

Porque, señores del Gobierno y del CAC: ¿Qué pretenden al incluirme como diputada de Ciudadanos en este informe? ¿Quieren ponerme una mordaza de papel? ¿Que la próxima vez que vaya a un medio de comunicación mida mis palabras o me lo piense dos veces antes de denunciar las barbaridades que hace el Gobierno de Cataluña? ¿Quieren ustedes silenciar a los casi 300.000 ciudadanos catalanes a los que represento?

El informe del CAC debería convertirse en un símbolo. Un ejemplo claro de las prácticas que se llevan a cabo en la Cataluña oficial contra los que no comulgamos con el separatismo. Algo que haga abrir a más de uno los ojos respecto a una realidad que no es agradable mirar.

A ver si alguien, después de conocer la existencia de este informe, y saber quién lo ha encargado y elaborado, se atreve a decir que en Cataluña no pasa nada.

Sin duda, los dirigentes separatistas están nerviosos y Ciudadanos es el enemigo a batir. Somos su objetivo porque hablamos claro. Sin complejos, sin miedos y sin medias tintas. Otro gallo cantaría si en los últimos treinta años otros hubieran actuado también así.

Los que decidimos unirnos a Ciudadanos dimos en su día un paso al frente y no, no nos callarán.

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