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José Brechner

Los rockeros y Madonna

Pretender erradicar la pobreza sin eliminar a dictadores, señores de la guerra, narcotraficantes, guerrilleros y terroristas es ignorar lo que pasa en el planeta.

Detrás de los baby boomers que han generado los cambios más drásticos en la cultura y la economía del siglo XX, también se esconde el complejo de culpabilidad que sienten por no haber hecho del mundo un lugar mejor al que vislumbraban en sus delirios psicodélicos.

El problema de muchos de estos babies de entre 45 y 65 años es que, aun habiendo presenciado los conflictos de las últimas décadas, no aprendieron a diferenciar con claridad las causas de los males sociales, tampoco conocen la idiosincrasia de los pueblos y menos aún comprenden al ser humano en su ignorancia, sus ruines apetitos, bajeza y egoísmo. En otras palabras, tienen buenas intenciones, ninguna sabiduría y entienden poco o nada de política.

Las voces de Bono, Paul McCartney, Elton John y otros grandes del rock se dieron cita bajo la iniciativa de Bob Geldof el 2005 en el show musical Live Aid, para "acabar con la pobreza en el mundo". El proyecto no solamente fue infantil en su concepción sino que había una horrenda contradicción entre la euforia de los asistentes al concierto y la pobreza de los famélicos niños africanos devorados por las moscas que se veían en las pantallas gigantes del estadio.

Se recaudaron millones que no supieron cómo administrar, tal como les sucede a todos los que encaran el mismo asunto. Si los fondos fuesen manejados por gente decente y no entregados a los insensibles aprovechadores que gestionan la ONU, las ONGs y los burócratas de aquellas naciones a las que quieren beneficiar, podrían ser un instrumento para socorrer a unos cuantos por algún tiempo. Pero pretender erradicar la pobreza sin eliminar a dictadores, señores de la guerra, narcotraficantes, guerrilleros y terroristas es ignorar lo que pasa en el planeta. No son los indiferentes países desarrollados los responsables del hambre sino los despiadados y corruptos políticos populistas.

En vez de regañar a Occidente, que viene trabajando durante años en este dilema con gente más capaz y conocedora del asunto que sus amigos rockeros, Bob Geldof debería pedir a los multimillonarios gobernantes árabes que se solidaricen con sus hermanos musulmanes del África, que son los más empobrecidos, y los ayuden con sus réditos del petróleo a generar fuentes de trabajo, en vez de gastarlos en palacios para sus jeques y armas para la yihad. Pero si no lo hacen con sus propios súbditos, ¿por qué iban a hacerlo con los demás?

Tres años después de Live Aid y con más gente pasando hambre, tenemos una nueva bailarina política. Se trata nada menos que de Madonna, "la chica material" –como ella misma se autodefinió esclareciendo cuáles son sus profundos intereses en la vida– que en su nueva gira mundial está haciendo un infamante show contra John McCain, llegando al colmo de mostrarlo junto a una imagen de Adolf Hitler.

Si la cantante entendiese una ínfima parte de las enseñanzas cabalísticas a las que se adhirió hace unos 10 años, y que la llevaron a decir que era una embajadora del judaísmo, ni remotamente se atrevería a hacer una demostración tan insultante, y jamás apoyaría a un Barack Obama, cuyas convicciones de extrema izquierda están reñidas con las sagradas escrituras, con la naturaleza humana y con el esoterismo bíblico.

La estudiante de Cábala obviamente no aprendió nada del misticismo judío. Simplemente ratifica la opinión de los eruditos de que el Kabbalah Centre es un instituto de enseñanza superficial.

Lo triste es que cada vez van quedando menos músicos y actores respetables. Se estima que 90 por ciento de los exuberantes millonarios de Hollywood son de tendencia socialista. Es que la moda es la moda.

Cada vez que los ídolos de la farándula hacen algún comentario político pierden millones de simpatizantes. Con la descomunal cantidad de dinero que ganan, no es algo que les afecte. Además no faltan los descerebrados que los idolatran al punto de imitarlos en cualquier necedad que digan o hagan, de manera que audiencia no les falta. Sin embargo, no deja de consternar que individuos con tanto talento y creatividad puedan llegar a ser tan inmensamente estúpidos cuando se trata de analizar la realidad.

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