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José García Domínguez

Cataluña: dinero gratis para todos

La Generalitat realizará a partir del 1 de enero de 2023 un experimento de implantación de una renta básica universal.

La Generalitat realizará a partir del 1 de enero de 2023 un experimento de implantación de una renta básica universal.
Concentración en Barcelona a favor de la renta basica garantizada (archivo, 22/05/2020) | Europa Press

La Generalitat acaba de poner en marcha la maquinaria administrativa que hará posible, a partir del 1 de enero de 2023, la realización del experimento más radical que se haya llevado a cabo en ningún lugar sobre la implantación de una renta básica universal. Se trata, como su propio nombre apunta, de entregar a la totalidad de los habitantes de las poblaciones elegidas como muestra una cantidad de dinero mensual fija, sin ningún tipo de exclusión ni requisito previo. En concreto, 5.000 catalanes mayores de 18 años van a recibir 800 euros mensuales (los menores recibirán 300) a lo largo de 24 meses. Repárese en que hablamos de algo que no tiene nada que ver con ese ingreso mínimo vital del Gobierno, transferencia circunscrita a las familias oficialmente pobres y cuya maraña asociada de cortapisas burocráticas ha llevado a que, en la misma Cataluña del experimento, apenas el 13% de los demandantes consiga acceder a él.

Consiste, por lo demás, en una idea que posee partidarios tanto en la izquierda como en la derecha. En cierta izquierda antisistema, por razones obvias; y en cierta derecha, por ejemplo entre los discípulos de Milton Friedman, porque la perciben como una vía posibilista para llevar a cabo su gran sueño de desmantelar el estado del bienestar. Otra parte de la derecha, claro, la rechaza de plano con el argumento de que fomenta la vagancia y el parasitismo, tesis que, si bien en muy discreto silencio, comparten los socialdemócratas. No obstante, está bien que se haga el experimento. Y está bien porque la ciencia, la de verdad, consiste justo en eso, en experimentar y sacar conclusiones luego.

Pero si los promotores quieren ser honestos desde el punto de vista intelectual, algo tan exótico en estos tiempos que corren, deberán explicarnos, por ejemplo, qué ocurre con la integración laboral y los avances de la causa feminista cuando una mujer casada, amén de musulmana y cumplidora con el Islam tradicional, recibe 800 euros al mes a cambio de nada. ¿Decidirá entonces abandonar sus anteriores actividades para quedarse en casa todo el día a fin de ocuparse del bienestar de su marido? ¿Y qué opinarían ante la consumación de esa conjetura tan previsible los gestores del proyecto? Averiguarlo, por cierto, nos va a salir por 90 millones de euros.

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