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José García Domínguez

El PSC votará 'no' a Rajoy

Sea como fuere, lo que todavía queda del PSC en las Cortes disentirá de la línea oficial del resto de su bancada.

La decisión ya es firme a estas horas. Los diputados del PSC en el Congreso votarán 'no' en la sesión de investidura de Mariano Rajoy con independencia de cuál sea la posición final del PSOE al respecto. La ruptura de la disciplina de voto dentro del Grupo Parlamentario Socialista, pues, está garantizada al margen de que la presumible abstención de Ferraz adopte finalmente un formato técnico o más bien artístico (la tan anunciada huida preventiva hacia los urinarios de la facción prostática en el instante crítico). Sea como fuere, lo que todavía queda del PSC en las Cortes disentirá de la línea oficial del resto de su bancada. Disidencia en sede parlamentaria, por cierto, que no ocurrirá por primera vez. Una inicial canita al aire que, puestos a recordar, se remonta a tiempos de las Cortes constituyentes, cuando todos los diputados socialistas catalanes se unieron a Patxi Letamendía, el único electo de Herri Batasuna, original marca blanca de ETA (militar), para suscribir una enmienda suya que postulaba el derecho a la autodeterminación de las por aquel entonces recién alumbradas "nacionalidades históricas".

Llueve, como siempre que se trata del PSC, sobre mojado. Por lo demás, ese 'no' colegiado lo han acordado Parlón e Iceta, los dos aspirantes a ocupar la Primera Secretaría en las primarias que se tendrán que ventilar dentro de apenas una semana. Primarias que ganará Parlón con toda seguridad (la única posibilidad de muerte digna que le resta a Iceta sería aceptar el papel de reina madre, una presidencia del partido tan honorífica como huera, que se le ha ofrecido a condición de que renuncie a concurrir a las urnas). Parlón e Iceta, Iceta y Parlón, a quienes, al igual que acontece con los pedristas y los susano-golpistas, no los separa fractura doctrinal alguna. Al punto de que los apoyos internos con que cuenta ahora Parlón a fin de defenestrar a Iceta resultan ser los mismos que en su día promovieron la ascensión del propio Iceta a la cúspide del partido. Nada personal, solo negocios.

Pepe Zaragoza, el hombre del maletín que lleva lustros controlando los intestinos institucionales del PSC merced, entre otras artes mayores, a los servicios de media docena de agencias de detectives, andaba muy molesto con su antiguo aliado Iceta, quien, al modo del difunto Sánchez, también sucumbió a la alocada temeridad de pretender volar por libre. Cuentan que la deslucida posición secundaria que se le asignó a Zaragoza en las últimas listas al Congreso por Barcelona, toda una afrenta al Padrino del área metropolitana, fue la gota que terminó de colmar la paciencia de Pepe. Súmese a ello, en fin, el cabreo paralelo de un par de alcaldes significados del Bajo Llobregat y dispondrá el lector de la genuina explicación ideológica de la querella catalana. La reyerta cainita en esa olla progresista de grillos no ha hecho más que empezar. El valido asturiano va a tener trabajo. Y mucho. Demasiado, quizá.

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