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José García Domínguez

Felipe VI será un jarrón chino

Nuestra forma de Estado, la que figura en la Constitución, no es la Monarquía como estos días presume tanto ignaro tricolor, sino la democracia.

Pese a los años transcurridos, que ya va para un siglo, sigue siendo verdad aquello que dejara escrito don Ramón María del Valle Inclán. Aquí, en España por más señas, siempre transformamos todos los grandes conceptos en un cuento de beatas costureras. He ahí, sin ir más lejos, el recital de melonadas filorrepublicanas que ocupa estos días a la crema de la intelectualidad progresista. Lo dijo Valle, entre nosotros, la vida es un magro puchero; la Muerte, una carantoña ensabanada que enseña las caries; el infierno, un calderón de aceite de colza donde los pecadores se achicharran como boquerones; el Cielo, un club privado sin obscenidades, a donde, con permiso del párroco, pueden asistir las Hijas de María. Y la democracia, la democracia es la República.

Sin duda, supone majadería notable el apelar a la "gran tarea política" que espera al nuevo Rey y, al tiempo, insistir en que carece de todo poder político, ya fuera legislativo, ejecutivo o judicial. Pero aún deja entrever una necedad más profunda el que se vincule la mayor o menor calidad democrática de nuestro Estado a que su forma política corresponda a una Monarquía o a una República. Un nexo causal, el de Monarquía y República con más o menos grados de democracia, que viene a ser similar al que históricamente han mantenido la velocidad y el tocino. Pues cabe decirse republicano por mil razones, salvo porque la República resulte apenas un milímetro más democrática que la Monarquía parlamentaria. Y ello por una razón bien simple: porque no lo es.

Sépase, por lo demás, que nuestra forma de Estado, la que figura en la Constitución del 78, no es la Monarquía como estos días presume tanto ignaro tricolor, sino la democracia. En la Restauración cupo el borboneo porque aquel régimen, si bien liberal, razonable y civilizado, no era democrático, como sí lo sería en cambio la II República. Nada que ver con el del 78, otra democracia plena donde la Corona ha sido desposeída de cualquier poder efectivo, incluso del de abdicar libremente de su propia condición mayestática. La Monarquía parlamentaria, tal como no se cansa de explicar Francesc de Carreras, es otra cosa distinta, a saber, la "forma política" del Estado. Felipe VI será un jarrón chino.

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