Menú
José T. Raga

Se generalizan las inquietudes

Sánchez ha despilfarrado su tiempo y hoy nadie le cree.

Motivos hay sobrados para ello. Y no hablo por lo que a mí puedan afectarme tales inquietudes, pues yo ya me muevo en el plazo inmediato, pero sí por mis hijos y por mis nietos, y por tantos hijos y nietos que hay en España en semejantes circunstancias.

Los de hoy y los de mañana tenemos derecho a una vida con un horizonte más claro, donde el bien prevalezca sobre el mal, donde se respete al honesto, al trabajador, al justo, frente al oportunista, aquel que piensa que todo vale, si consigo lo que quiero.

Ya habrán adivinado que no pienso hablar del covid-19, ese chivo expiatorio culpable de todo lo malo que ocurre en el país. Coronavirus ha habido y hay en muchos países, donde no se plantean esas inquietudes que sí se producen en el nuestro.

No quisiera que se me interpretara mal. Me atrevo a decir que, en España, abundan los que llamo milagreros; los que, no creyendo siquiera en los milagros, esperan que un milagro resuelva los problemas de la Nación.

La imagen del Gobierno, desde fuera, es la de un galimatías que no permite saber quién manda, ni menos aún para qué y en qué dirección. Las disidencias internas hacen presagiar un cataclismo político, económico y social, del que será difícil salir sin grandes traumatismos.

Nadie tiene opinión sobre nada, si de algún modo puede comprometer. El pasado martes le preguntaban a la señora ministra de Asuntos Exteriores qué opinaba de las declaraciones del señor Rodríguez Zapatero sobre las elecciones en Venezuela, a lo que simplemente respondió que él no habla en nombre de España. ¡Eso ya lo sabemos!; pero se le ha preguntado otra cosa. A las veinticuatro horas, corrigió su necedad por otra mayor: a Zapatero hay que escucharle atentamentesu apoyo al chavismo, ni molesta ni interfiere… Lo que pide, señora ministra, es imposible; ni siquiera le escuchábamos cuando era presidente.

El zapaterismo... no podemos olvidar que es el precursor del sanchismo, pero este último con mayor radicalismo; un radicalismo esclavista, por sumisión a los extremismos, buena parte de ellos condenados por los tribunales.

¿Qué pasará? ¿Por dónde saldremos, si salimos? No creo que haya nadie capaz de contestar con un grado razonable de sensatez. De momento, nadie cree en el Gobierno español. Y el problema no es que no creamos nosotros, pero que no crean los bancos de inversión, de los que depende la financiación de nuestra economía; ni las agencias de calificación, ni la Comisión Europea, ni la OCDE ni el FMI... eso es mucho más grave.

Sánchez ha despilfarrado su tiempo y hoy nadie le cree. Cualquier promesa debe considerarse olvidada. ¿Se acuerdan de los 800.000 puestos de trabajo que iba a crear? Pues olvídenlo. Eso sí, nunca ha existido tanto empleo público respecto al privado.

Que el globo de las mentiras reventará, parece lo más probable; el problema es saber por dónde, y a cuántos va a dañar.

Temas

En España

    0
    comentarios