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Juan Ramón Rallo

Los especuladores tenían razón: España será rescatada

El plan de rescate supone el punto final al sueño de la Unión Monetaria. Podrá reconocerse o no, pero si sólo existen dos formas –inflación o rescates costeados por Alemania– de que el euro sobreviva, es que el euro está muerto.

Quizá alguien se pregunte de dónde sale la cifra de 750.000 millones de euros que los ministros de Economía de la Unión Europea acaban de acordar para, según dicen, proteger al euro y combatir a la "manada de lobos" de los especuladores. Algunos pensarán que es una manera de rescatar por completo a Grecia y despejar las dudas sobre el repago de su deuda. Pero no se dejen engañar, porque al menos los números no dejan lugar a dudas.

La deuda total de Grecia se espera que ascienda a finales de este año a 330.000 millones de euros y la de Portugal se cree que llegará a 140.000. La diferencia entre 470.000 millones y 750.000 son 280.000 millones. ¿Les suena de algo esta cifra? Sí, justamente es la cantidad que la semana pasada se rumoreó que España iba a solicitar al FMI para poder refinanciar los vencimientos de la deuda de este año.

Lo cual, al margen de los diversos encajes numéricos posibles, significa dos cosas: una, que Zapatero volvió a mentir como un bellaco cuando dijo que era "absolutamente falso" que nuestro país necesitara y estuviera negociando un préstamo extraordinario; dos, que los especuladores acertaron de lleno. Si alguien quiso meter en la cárcel a quienes difundían rumores falsos, ahora debería estar reclamando el aprisionamiento de la plana mayor del socialismo nacional.

Por supuesto, la excusa oficial para aprobar este megaplan de rescate para Grecia, Portugal y España no ha pasado por reconocer que estos dos últimos países se encuentran realmente en una situación análoga a la helena, sino por denunciar que los especuladores han desestabilizado tanto los mercados que ya no les resulta posible a las economías más débiles encontrar crédito lo suficientemente barato. Ha sido, dicen y repetirán, una "profecía autocumplida": tanto se rumoreó que hacía falta un rescate que al final ha habido que crearlo.

Pero, de nuevo, no se crean estos camelos. Un plan de rescate de 750.000 millones de euros no se crea porque a España se le haya encarecido durante unos días la deuda 100 puntos básicos. No, el plan se crea bajo la certidumbre de que la economía española, como le sucedió a la griega y le iba a suceder a la lusa, tendrá serios problemas para encontrar toda la financiación que va a necesitar este año, con o sin especuladores.

Eso sí, habrá que reconocerles a los gobiernos europeos una maquiavélica inteligencia a la hora de filtrar rumores sobre lo que piensan hacer, crear con ello el pánico en los mercados, proclamar que ese pánico se debe a rumores falsos y finalmente hacer lo que pretendían hacer desde un principio pero justificándolo en la necesidad de tranquilizar a unos mercados revueltos por especulaciones sin fundamento.

Pero por maquiavélicos que sean, para Europa este plan de rescate supone el punto final al sueño de la Unión Monetaria. Podrá reconocerse o no, pero si sólo existen dos formas –inflación o rescates costeados por Alemania– de que el euro sobreviva a los políticos griegos y españoles, es que el euro está muerto y que no conviene a las sociedades que se preocupan más de su futuro que de vivir por encima de sus posibilidades a cuenta de los vecinos.

Para España, el rescate supondrá un alivio a corto plazo. Nunca nadie se ha empobrecido de la noche a la mañana por el hecho de que le regalen dinero; aunque no diría lo mismo con respecto al largo plazo: si la UE pretende regalarle tiempo a Zapatero para que continúe gastando impunemente, mal negocio haremos. Si la única consecuencia del plan es que Zapatero podrá endeudarnos todavía más, desde luego habrá sido tremendamente contraproducente incluso para los supuestos beneficiarios del mismo.

Por ello, los españoles no deberían dormirse sobre los inexistentes brotes verdes que pregona el Gobierno. Si no entendemos exactamente qué nos ha pasado, si no somos conscientes de que si España no ha quebrado ha sido por obra y gracia de Bruselas, si no reconocemos que padecemos a un Gobierno populista que está dispuesto a emplear el poder punitivo del Estado en sus campañas propagandísticas, si no asumimos la absoluta incapacidad de este Ejecutivo en todo aquello que no sea mentir, si no comprendemos que esta lamentable situación no es culpa de ningún especulador que no sea José Luis Rodríguez Zapatero y que, en definitiva, no saldremos de ella mientras esta calamidad humana continúe en el poder, entonces ningún rescate presente o futuro podrá salvarnos. Al fin y al cabo, el crédito que nos entreguen Francia y Alemania habrá que devolverlo en algún momento, pero ¿podremos hacerlo con un Gobierno que, si Europa no lo remedia, aprovechará el apoyo de Bruselas para seguir gastando a manos llenas?

Si la irresponsabilidad de los socialistas va acompañada de una mayoría ciudadana que también se siente irresponsable por haber aupado y por mantener en el poder a un Gobierno que la ha llevado a la quiebra, entonces esa parte de la sociedad se merecerá cada una de las miserias futuras que inexorablemente le tocará padecer. Por desgracia, también quienes llevamos años alertando contra este proceso de expolio nacional deberemos pagar entonces los platos rotos. Es lo que tiene el socialismo.

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