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MAEZTU Y LA TRADICIÓN

'Defensa de la Hispanidad'

El pensamiento tradicionalista español ha sufrido tres derrotas. La primera, contra un liberalismo que lo venció; La segunda, bajo un franquismo que lo anuló; y la tercera, bajo una democracia que lo ignora. La editorial Homo Legens recupera una de sus obras más emblemáticas: Defensa de la Hispanidad de Ramiro de Maeztu, otro esfuerzo por rescatar al tradicionalismo de la irrelevancia.


	El pensamiento tradicionalista español ha sufrido tres derrotas. La primera, contra un liberalismo que lo venció; La segunda, bajo un franquismo que lo anuló; y la tercera, bajo una democracia que lo ignora. La editorial Homo Legens recupera una de sus obras más emblemáticas: Defensa de la Hispanidad de Ramiro de Maeztu, otro esfuerzo por rescatar al tradicionalismo de la irrelevancia.

Estamos ante una obra dominada por el pensamiento de Marcelino Menéndez Pelayo, cuyos estudios y teorías impregnan lo escrito por Maeztu. Idea clave del santanderino es la que asegura que donde no se conserva la herencia de lo pasado no puede surgir un pensamiento original y duradero. Maeztu recoge esta idea y expone la tradición como el camino que hay que seguir para encontrar las claves para el futuro. Ante las visiones simplistas que se tienen del tradicionalismo, Maeztu explica la disyuntiva de Menéndez Pelayo:

Sus compatriotas estaban divididos, desde hacía más de un siglo, en dos grupos: los que seguían la tradición patria en la línea del tiempo, pero vueltos de espaldas a lo que en el mundo acontecía y como temerosos de que les fuera dado porvenir tan enemigo como en el pasado; y los que vivían con las miradas fijas en el mundo exterior, dispuestos en cualquier momento a aceptar sus ideas y dar a la novedad el valor de la verdad, pero ignorantes y despreciadores de su propio pasado.

En esta mirada al pasado, Maeztu rescata, además de a Menéndez Pelayo, a otros pensadores como Francisco de Vitoria, Solórzano Pereira, Jaime Balmes, Fray Juan González Arintero o Donoso Cortés; y reconociendo que un pensamiento eminente no puede estar disociado de una historia gloriosa, Maeztu defiende la hispanidad como concepto histórico y cultural. El autor realiza una defensa cerrada de la monarquía hispana, a la que atribuye la cualidad fundamental de ser católica y, por lo tanto, misionera. El pensador vasco rechaza la idea de que España acudió a las indias con otra intención que no fuera la de la prédica, y aunque evidentemente reconoce que se produjeron abusos por parte de los colonizadores españoles en América, recalca que

se prohibió la esclavitud, se proclamó la libertad de los indios, se les prohibió hacerse la guerra, se les brindó la amistad de los españoles, se reglamentó el régimen de encomienda para castigar los abusos de los encomenderos, se estatuyó la instrucción y adoctrinamiento de los indios como principal fin e intento de los reyes de España, se prescribió que las conversiones se hiciesen voluntariamente y se transformó la conquista de América en difusión del espíritu cristiano.

Maeztu proclama las bondades del imperio hispano frente a las naciones del resto de Europa, que acudieron a América, África y Asia con ánimo explotador y actitud racista; creyéndose intrínsecamente superiores por ser temporalmente más poderosas. El mestizaje biológico y cultural del mundo hispano, desde luego, no se ha reproducido en otros imperios. Como concepto central, el vitoriano habla de las distintas actitudes frente a la idea de igualdad, y explica que mientras que otras naciones cristianas y laicas han creído en el dogma de la igualdad de cuerpos, España ha defendido la igualdad de almas:

Hay algo anterior al amor al prójimo, y es que al prójimo se le reconozca como tal, es decir, como próximo.

Tras elogiar esta actitud misionera que emana de la monarquía y que impregna a todo el pueblo, Maeztu reconoce que la cosmovisión que hizo grande a España está en crisis, y advierte que toda esa energía misionera tiene que dedicarse ahora a reconquistar a las gentes de nuestro país.

Las afinidades de Maeztu

A pesar de que adscribimos a Maeztu decididamente al tradicionalismo, su pensamiento no debería ahuyentar a otro tipo de lectores. Maeztu y su Defensa de la Hispanidad se ganaron los elogios de personajes tan diversos como Ortega y Gasset, Antonio Machado, Gabriela Mistral, Josep Pla, Eugenio d’Ors, Azorín o Pérez de Ayala. Su perspectiva también encontrará acomodo con cierta corriente que ve en el pasado la consumación del respeto a las libertades del hombre, como la defendida por el particular liberalismo de Ángel López Amo. Dice Maeztu:

No hay quien custodie a los custodios; no hay quien nos proteja contra el Estado que debe protegernos. Y es el ideal mismo que inspiró la creación de los Estados modernos lo que está en entredicho. La Edad Media se fundaba en una armonía de sociedades (communitas communitatum), que era también un equlibrio de principios, en el que se contrapesaban la autoridad y la libertad, el poder espiritual y el temporal, el campo y las ciudades, los reinos y el Imperio. Se rompió la armonía.

Su idea de la renovación social y política es elitista pero tiene como base el respeto al hombre. Así, critica tanto al comunismo como al liberalismo, que han convertido el trabajo en una actividad fisiológica, no espiritual. Su defensa del orden medieval y el trabajo complejo que dignifica al hombre lo acercan a filósofos como Chesterton o Heidegger; pero, al contrario que estos, encuentra la encarnación de esos valores positivos en el mundo hispano.

La vocación universal de éste no es caprichosa. Las naciones no surgen por la voluntad, sino por una serie de circunstancias históricas que las configuran en torno a una serie de conceptos. Si lo esencial del catolicismo hispano es la universalidad, las naciones que lo componen comparten una cultura ineludible. Prueba de la fuerza de esta tesis son los esfuerzos de los nacionalismos periféricos por dar una versión de la historia que justifique una supuesta singularidad.

Vida y muerte

Fue Zacarías de Vizcarra quien propuso el término hispanidad para designar las esencias compartidas por las personas y las naciones de lo que habían formado parte del Imperio Español. Como concepto ideológico, enfatizaba el catolicismo, la monarquía y la igualdad racial desde una concepción teológica. Ramiro de Maeztu, a través de la revista Acción Española, fue el encargado de propagarlo, y con éxito, a pesar de haberse enfrentado a cierto ostracismo a causa de su defensa de la dictadura de Primo de Rivera. Defensa de la Hispanidad recogió sus escritos en la revista, que explican con un estilo heterodoxo, accesible y erudito las bases del concepto de hispanidad en forma de alegato.

Llegó su éxito el 13 de octubre de 1934, el mismo día en que los revolucionarios asturianos destruyeron las aulas, los archivos y la biblioteca de la Universidad de Oviedo. El arzobispo Gomá se refería al concepto de la hispanidad y a Maeztu, quien recibió las palabras del prelado con regocijo. Pero los hechos de Asturias, de los que tuvo noticia después, le llevaron a profetizar con insistencia su propia muerte de forma violenta.

Fue asesinado el 29 de octubre de 1936 junto con Ramiro Ledesma Ramos por milicianos del Frente Popular. Su alegato a favor de la hispanidad quedará quizá como su obra más perdurable por su exhaustividad, relevancia y vigencia.

 

RAMIRO DE MAEZTU: DEFENSA DE LA HISPANIDAD. Homo Legens (Madrid), 2011, 288 páginas.

alejandrogarciaingrisano.wordpress.com

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