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Pablo Molina

Ayuso murcianiza Madrid

La presidenta de Madrid convertido a su comunidad en el segundo lugar de España donde votar al PSOE es una excentricidad de pésimo gusto.

La presidenta de Madrid convertido a su comunidad en el segundo lugar de España donde votar al PSOE es una excentricidad de pésimo gusto.
EFE

El principio del fin del socialpodemismo comenzó con la moción de censura orquestada por Sánchez y Arrimadas para desbancar al PP del Gobierno murciano, una decisión que llevó al partido naranja a censurarse a sí mismo en un movimiento incomprensible que finalmente acabó como merecía: fracasando en medio de un ridículo histórico. Arrimadas ordenó esa moción con argumentos absurdos, entre los cuales figuraba la exigencia de acabar con la corrupción... pactando con el líder del PSOE, el único miembro del Parlamento regional imputado por corrupción. La intentona fracasó y Ciudadanos certificó su muerte política, facilitando así la vuelta a la unidad del voto liberal-conservador. Gracias Inés, contigo empezó todo. No cierres al salir, que el moños también se va.

Las consecuencias del intento de entregar el poder a la izquierda en Murcia utilizando los votos de la derecha se han trasladado también a Madrid con la desaparición de Ciudadanos, una cuestión de profilaxis política que deja mucho más claro el futuro político de la comunidad más importante de España y, en consecuencia, de toda la Nación.

Ayuso ha murcianizado Madrid y ha convertido a su comunidad en el segundo lugar de España donde votar al PSOE es una excentricidad de pésimo gusto. Al igual que en Murcia, la izquierda ha culminado la frustración de un cuarto de siglo perdiendo elecciones con una derrota brutal que, sin duda, extenderá sus efectos en el tiempo. Sin Ciudadanos en el tablero, la política madrileña es cosa del PP y de VOX, dos partidos sin problemas para entenderse salvo que en Génova se empeñen en lo contrario, que en eso están.

La murcianización de Madrid significa que la única duda en las próximas elecciones es si el PP podrá gobernar en solitario o necesitará los votos de Vox, que es la única duda que planeaba anoche durante el recuento electoral. Díaz Ayuso lo ha conseguido y ha demostrado que su decisión de adelantar las elecciones era la única razonable.

El batacazo madrileño de la izquierda es la primera dosis de la esperada vacuna contra el sanchismo. La segunda, cuando los independentistas obliguen a Sánchez a adelantar las generales.

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