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Pablo Molina

Des-desahuciados: un caso práctico

La demagogia de PP y PSOE amenaza con castigar todavía más el bolsillo de los contribuyentes que fueron previsores.

Al socaire del suicidio de una mujer en Baracaldo por un desahucio, aunque después se ha sabido que la relación causa-efecto era meramente tangencial, el telediario de TVE entrevistó a un hombre que gracias a la histeria desatada había visto cómo su banco paralizaba en el último momento el desalojo de que iba a ser objeto.

Lo más interesante de la pieza informativa fueron las explicaciones del protagonista, un inmigrante sudamericano, acerca de su caso concreto. Así supimos todos los telespectadores que el hombre había contratado una hipoteca de 263.000 euros para comprar su vivienda, a la que no podía hacer frente en las actuales circunstancias porque tan sólo cobraba un subsidio de algo más de quinientos euros al mes.

Bien. Desconocemos las condiciones contratadas en su día con el banco, pero un préstamo hipotecario por esa cantidad a treinta años y a un tipo de interés de, pongamos, el 2,5% implica un pago mensual de algo más de mil euros durante 360 meses consecutivos. Teniendo en cuenta que los expertos recomiendan no destinar más del 40% de los ingresos familiares al pago de la vivienda, sólo alguien que contara con la seguridad de mantener unos ingresos de 2.500 euros mensuales (más las subidas del IPC) durante los próximos 30 años podría hacer frente con garantías a una carga de esa magnitud.

No parece que esa fuera la situación financiera del afectado, porque apenas hay sueldos de ese nivel en España y, además, el desarraigo geográfico hace que ni siquiera pueda contar con el apoyo de la familia en momentos de necesidad. Su imprevisión a la hora de optar por la compra de una vivienda, en lugar de contratar un alquiler más económico, es lo que le ha llevado a la situación actual, por más que los bancos antes de la crisis ofrecieran hipotecas como si fueran churros.

La demagogia de PP y PSOE a la hora de ponerse a solucionar este asunto, más allá de casos dramáticos a causa de circunstancias sobrevenidas, amenaza con castigar todavía más el bolsillo de los contribuyentes que fueron previsores y tiraron de lápiz y papel cuando evaluaron la posibilidad de invertir en una vivienda en propiedad, la decisión más importante de la vida para una persona en términos financieros. Porque es evidente que los bancos no van a asumir el coste de esos préstamos incobrables y sin posibilidad de resarcir con la recuperación del inmueble, sino que ese coste añadido se incorporará a las nuevas hipotecas que se formalicen en el futuro, a través del correspondiente incremento en las comisiones o en los tipos de interés. Si los dos grandes partidos sucumben a la histeria y extienden sus medidas contra los desahucios más allá de lo razonable, al final ocurrirá lo de siempre, que los industriosos y los previsores asumirán el coste de los errores de los que no lo son.

Lo más pintoresco de esa píldora informativa de TVE llegó al final, cuando el feliz des-desahuciado afirmó con total tranquilidad que él tenía derecho a una casa y que si le había salido muy cara en su día y ahora no podía pagar el préstamo no era culpa suya, por lo que no tenía la menor intención de "dar las gracias a nadie". Sólo faltaría.

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