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Pablo Molina

La excepción en el mundo árabe

Por primera vez en décadas, un Estado árabe alcanza los estándares de respeto a la libertad y los derechos humanos propios de un país libre.

Por primera vez en décadas, un Estado árabe alcanza los estándares de respeto a la libertad y los derechos humanos propios de un país libre. Se trata de Túnez, auténtica excepción en su entorno cultural, donde la norma es la discriminación, el sometimiento y la marginación.

Freedom House es una organización internacional que evalúa el respeto a los derechos políticos y las libertades civiles en todos los países del mundo; sus conclusiones se recogen en el Informe sobre la Libertad en el Mundo, que publica anualmente, y donde los países son calificados como "no libres", "parcialmente libres" o "libres".

Después de alcanzar la categoría de parcialmente libre tras la huida en 2011 del dictador Ben Alí, Túnez ha entrado en el grupo de los países considerados libres, donde no figuraba un país árabe desde que en 1975 el Líbano, recién inmerso en una devastadora guerra civil, se cayera de la lista.

Al Monitor ha consultado con Sarah Repucci, la directora del estudio de Freedom House, para conocer los motivos que han llevado a su organización a elevar la calificación de Túnez en materia de respeto a los derechos humanos y las libertades ciudadanas. Fundamentalmente, asegura Repucci, se han tenido en cuenta como elementos positivos la culminación exitosa de las elecciones parlamentarias y presidenciales, en ambos casos con las garantías democráticas mínimas exigibles, la elaboración de una nueva Constitución de tendencia laicista y la capacidad de las distintas formaciones políticas de llegar a acuerdos para garantizar la estabilidad del Gobierno y de las instituciones democráticas del país.

Según los estándares establecidos por FH, Túnez alcanza la máxima puntuación en garantías democráticas y transparencia de los procesos electorales. En el lado negativo, el respeto a las libertades civiles sólo obtuvo 3 puntos en una escala de 10. Por otra parte, la principal rémora que arrastra el país es la corrupción política y económica, elemento tradicional de la vida pública en los países árabes del que Ben Alí dio cumplida cuenta. El Banco Mundial ya había alertado de la abusiva concentración de negocios en manos de los amigos del dictador. Erradicar estas conductas y prácticas no va a ser tarea fácil, pero la alternancia en el poder y la transparencia en la gestión son dos buenas armas para que Túnez avance también en este terreno. "Si tienes una sociedad corrupta, eso no va a cambiar rápidamente con un nuevo Gobierno, un nuevo sistema político o una nueva Constitución", comenta Repucci; y añade: "Lleva tiempo que [los cambios] surtan efecto".

A pesar de las lacras que todavía padece y los obstáculos a los que debe afrontar su clase dirigente, Túnez es un ejemplo para los países árabes, ninguno de los cuales es capaz de ofrecer unos niveles semejantes de respeto a la vida y la libertad de los individuos. Como señalaAl Monitor, el proceso democrático de Túnez, que ya ha alcanzado su primer éxito con esta calificación como "país libre", es importante también o sobre todo para el resto de países árabes y musulmanes. Es por eso que su dirigencia tiene que ser especialmente consciente de su responsabilidad histórica.

© elmed.io

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