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Pablo Molina

Los 27 puntos

Los podemitas de hoy, como los falangistas de ayer.

De los 30 puntos incluidos en la última oferta de la izquierda silvestre para un Gobierno de cambio, el PSOE ha aceptado 27. Más barato imposible. Pedro Sánchez podría haber aceptado también esas tres medidas rechazadas en primera instancia. Al fin y al cabo, las propuestas antidesahucios de la PAH, la derogación del artículo 135 de la Constitución y de las dos últimas reformas laborales no son asuntos en los que las fuerzas de izquierda sostengan fuertes discrepancias. Mientras se mantengan los dos objetivos principales -aumentar el gasto público a ritmo salvaje y expulsar a la derecha de la vida pública-, el resto de asuntos son muy fáciles de negociar. Sólo la negativa de Ciudadanos a pasar por el aro ha esterilizado una iniciativa que se habría aceptado hace ya meses si la aritmética parlamentaria hubiera sido más propicia.

El texto de esa propuesta de Gobierno, elaborada por Compromís, formación valenciana de izquierdas y partidaria del imperialismo catalán, está redactado con gran ambigüedad, según ha dado a conocer Joan Balldoví, el diputado que acudió a la toma de posesión en el Congreso acompañado de una charanga de moros y cristianos como muestra de respeto a la institución. A tenor de las graves dificultades que los diputados procedentes de regiones con lengua vernácula sufren para expresarse en español (lo de Xavier Domènech es ya espectacular), puede que esa falta de concreción programática no sea una fina estrategia política, sino la constatación de que el analfabetismo provocado por la inmersión lingüística ha llegado finalmente al Hemiciclo. La calle en el Parlamento, ya saben.

El borrador presentado por Compromís se ha dado en llamar Pacto del Prado. El que consagró el acuerdo para el Gobierno del cambio en Valencia se denominó Acuerdo del Botánico, porque la izquierda nacionalista es muy medioambiental. Así combaten al mismo tiempo a España y al cambio climático, las dos principales amenazas que pesan sobre el ser humano democrático destepaís.

Hasta lo de Balldoví y Antonio Hernando, los únicos 27 puntos que conocía nuestra historia política eran los principios fundacionales de Falange Española y de las JONS. El último de estos principios se lo cargó Franco para permitir alianzas con otras fuerzas, con gran escándalo de los camisas viejas, que jamás se lo perdonaron. Rezaba así:

Nos afanaremos por triunfar en la lucha con sólo las fuerzas sujetas a nuestra disciplina. Pactaremos muy poco. Sólo en el empuje final por la conquista del Estado gestionará el Mando las colaboraciones necesarias, siempre que esté asegurado nuestro predominio.

Los podemitas de hoy piensan exactamente lo mismo, solo que lo habrían escrito mucho peor.

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