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Pablo Montesinos

Los mensajes de Aznar y Aguirre a Rajoy

El duro análisis del ex jefe del Ejecutivo no fue, como en otras ocasiones, una enmienda a la totalidad a la época socialista. Fue una advertencia alta y clara de que el Gobierno mantiene muchos frentes abiertos, más allá de la crisis económica, y aparent

Querida Ketty:

José María Aznar, primero, y Esperanza Aguirre, un día después, irrumpieron esta semana para intentar despertar al Gobierno de su letargo. Hay que "reaccionar", imploró el que fuera presidente del Gobierno, aún con enorme predicamento en el PP. "La crisis institucional se agrava", alertó un casi un año y medio después de que su delfín, Mariano Rajoy, atravesara las puertas de la Moncloa como mandatario.

El duro análisis del ex jefe del Ejecutivo no fue, como en otras ocasiones, una enmienda a la totalidad a la época socialista. Fue una advertencia alta y clara de que el Gobierno mantiene muchos frentes abiertos, más allá de la crisis económica, y aparentemente incontrolados. Se quiere hacer del Estado de Derecho un "espectáculo" en el que "todo valga, nadie esté en su sitio, ni haga lo que se espera", y llamó a ponerle remedio sin demora.

"Al presidente siempre se le escucha con atención", fue la contestación de Génova a sus palabras. A micrófono cerrado las opiniones se reparten. "Creo que es bueno que, de vez en cuando, alguien de los nuestros, y más Aznar, nos recuerde lo que no estamos haciendo bien y nos ponga las pilas", dicen quienes le apoyan. "Es lo que algunos llevamos diciendo desde hace mucho tiempo: estamos ante una crisis institucional galopante", añaden. Otros, sin embargo, no se muestran tan cómodos: "Debería de ayudar más y criticar menos. Cuándo llegó a la presidencia estuvimos todos con él", se desliza desde la vigente cúpula nacional.

Abierto el debate, Aguirre entró en él como elefante en una cacharrería: "El sistema político que tenemos en España cada vez resulta más insatisfactorio para mucha gente, o cambiamos ahora, o los ciudadanos nos van a castigar, primero en las urnas y, luego, con su desprecio", fue su forma de intentar despertar a los suyos. También aportó posibles soluciones: cuatro medidas concretas, de momento rechazadas una por una por Génova.

Primero, acabar con las listas cerradas. Después, avanzar hacia un sistema de primarias, como ya ocurre -con éxito, en su opinión- en Estados Unidos. Como tercer punto, que los partidos dejen de recibir ni un euro público y, a la par, que se diga alto y claro "quienes son los donantes" para llenar las arcas. Y, por último, blindar el programa electoral con el que se concurre a unas elecciones para que sea "un contrato con los ciudadanos". O, en otras palabras, que si se escribe "no subiremos los impuestos" que después no se pueda incumplir esa promesa.

"Esperanza todavía es presidenta del PP de Madrid así que tiene todo el derecho de plantear cuantas propuestas estime oportunas en los órganos pertinentes y en los congresos del partido", es la seca respuesta de Génova, más que en el caso de Aznar. "Estamos intentando salvar el sistema", recalcan, rechazando "experimentos".

Y, mientras, esa crisis institucional "que se agrava" deja imágenes tan reprochables como la de un domicilio privado, el de Estaban González Pons, asediado por quienes pierden toda razón con sus prácticas de coacción. "Si hoy aceptamos que se pueda coaccionar a los políticos, mañana aceptaremos que se pueda hacer lo mismo con un juez o por un periodista", dijo Pons en esRadio. Por cierto, ¿qué han dicho los tuyos al respecto? Cuándo no les interesa un asunto, parece que enmudecen...

Pendiente, una semana más, de que me cuentes todos los detalles sobre cómo se encuentra tu apreciado Alfredo, te deseo una feliz Semana Santa. Si no tienes plan, ya sabes que tienes hueco en Málaga; ver al Cristo de la Buena Muerte escoltado por la legión por sus calles deja sin habla.

Besos, Pablo.

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