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Pablo Planas

Anna Gabriel, la espía que me amó

Uno de los productos más depurados de tres décadas de nacionalismo en vena es la CUP, el grupo antisistema que mantiene la investidura de Mas en suspenso.

Uno de los productos más depurados de tres décadas de nacionalismo en vena es la CUP, el grupo antisistema que mantiene la investidura de Mas en suspenso.
Europa Press

Uno de los productos más depurados de tres décadas de nacionalismo en vena es la Candidatura de Unidad Popular, el grupo antisistema, anticapitalista y antieuropeo que mantiene la investidura de Mas en suspenso. Pero no es esa triple A lo que define a la CUP. La formación es ultranacionalista, al punto de que su Cataluña incluye la Comunidad Valenciana, parte de Aragón, las Islas Baleares y un pedazo de Francia, la Catalunya Nord. De hecho, tal reivindicación es exactamente igual a la de la gran Euskalherria de los batasunos. Y no es casualidad porque Bildu y la CUP son partidos hermanos, colegas fraternales y forman coalición en las elecciones europeas. De modo que Batasuna era el referente de la CUP y ahora la CUP es el referente de todo aquel que quiera dinamitar España.

Antaño sólo se presentaban en las elecciones municipales. Se regían y se rigen por estrictas reglas, tal como la de que no se puede repetir como diputado. Ese factor ejerce una cierta influencia y presión en Antonio Baños, que además no está afiliado a ninguna de las organizaciones que configuran la CUP. Baños es partidario, le acusan, de llegar a un acuerdo con Mas como animal de compañía. También Julià de Jòdar, la voz de la experiencia, estaría a favor de permitir la investidura de Mas. Incluso Benet Salellas, el número uno por Gerona, provincia que de facto ya es independiente, sopesa la posibilidad de ceder a las presiones y no cargar con el muerto de haber liquidado el proceso separatista por una cuestión nominal. Pero están en manos de sus afiliados. No tienen libertad de voto y descartan el tamayazo porque no se la juegan con la federación madrileña del PSOE sino con los socios de los proetarras y herederos de los terroristas de Terra Lliure.

De momento, resisten la brutal presión de los medios nacionalistas. En los digitales del odio a España y en las redes sociales cunde la teoría de que la CUP está infiltrada por el Centro Nacional de Inteligencia, de que el CNI tiene topos en los puestos clave y de que tal cosa es posible porque hasta en la Mesa Nacional de Batasuna se sentaba un Judas Iscariote de los servicios secretos. La guerra sucia, las cloacas del Estado y Anna Gabriel, la del peinado click de Famobil (Nekane o yanomamo, al gusto), como Mata Hari en el papel de La espía que me amó, a las órdenes de Félix Sanz Roldán y de Soraya Sáenz de Santamaría. Fue la décima entrega de la saga de Ian Fleming. Barbara Bach, la esposa de Ringo Starr, interpretaba a la agente soviética Anya Amasova. A Anna Gabriel la llaman la Chunga en ERC y Convergencia.

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