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Pablo Planas

Manual ruso de la izquierda española

Los crímenes de Putin contra la población ucraniana no les causan la más mínima contradicción a los propagandistas de las glorias del proletariado.

Hay pruebas más que sobradas de los crímenes de guerra de Putin y las tropas rusas en Ucrania. Están atacando a la población civil, asesinando a mujeres, niños y ancianos, disparando contra ciudadanos desarmados. Y llevan así doce días, el último peor que el anterior. Masacre televisada que agudiza la obscena actitud contemplativa de las "potencias" de Occidente.

A pesar de la nitidez de la tragedia en Ucrania, todavía hay en la alegre retaguardia nacional quien es capaz de dar pábulo a las supuestas razones de Putin para perpetrar una matanza de proporciones descomunales. El primer "argumento" es que la supuesta política expansiva de la OTAN asfixiaba a Putin, que venía avisando sin que se le hiciera ni puñetero caso. Qué cosas. Putin, en realidad, se estaría defendiendo.

La OTAN es el gran tema aquí, según Podemos. En el partido de Pablo Iglesias no computan los profundos cambios producidos en la defensa de los países de Europa, consistentes en un desarme moral y material general y absoluto. Pero ante ese supuesto expansionismo militar de la NATO, nada como la "diplomacia de precisión". Habrá que esperar concreciones de la ministra de Igualdad, Irene Montero, para elaborar un juicio sobre su propuesta, pero ahora mismo la OTAN es de una neutralidad vomitiva. No sólo es que se niegue a cerrar el espacio aéreo de Ucrania, es cómo se lo hace saber a Putin para que no se enfade.

En cuanto al envío de armas de España, resulta sorprendente que unos pocos lanzagranadas de un solo uso y unos cartuchos causen tan profunda grieta en el Gobierno de coalición. Lo que dice Podemos es que Ucrania debería deponer ya las armas, que están enviando a adolescentes y viejos a combatir contra profesionales. Y es que el soldado ruso siempre ha tenido una gran y feroz reputación entre la izquierda. Así es que ese material español, poco o mucho, está contribuyendo a la inmolación inútil de los ucranianos ordenada por Zelenski, la UE, los Estados Unidos y la OTAN, según la teoría podemita de que Putin es inocente y todos son iguales.

Los crímenes contra la población no les causan tampoco la más mínima contradicción a estos propagandistas de las glorias del proletariado, que se suelen presentar a veces como atribulados equidistantes. Aquí las víctimas son ellos. Lo decía este lunes Pablo Iglesias en una tertulia. Hay que ver cómo nos ponen por hacernos preguntas, clamaba el exvicepresidente. "Se nos llama asesinos". Pobrecito. Y la primavera ha estallado en Kiev, ¿verdad camarada?

Otro clásico ya es el expediente refugiados sirios versus ucranianos. Pronto serán dos millones las mujeres y niños que huyen del bueno de Putin y la izquierda plantea un debate sobre la tez de sirios y ucranianos. Aquí no hay Open Arms, no. La solidaridad con las víctimas resulta que está mal vista porque es un precedente de cierta dignidad civil de los europeos, sobre todo de los europeos polacos que saben que son los siguientes en la lista de Putin. Por no hablar de la cancelación de las emisiones de Russia Today y Sputnik. Y es que en Occidente, dicen, no hay libertad de expresión.

Hasta han desempolvado aquello de "sus guerras, nuestros muertos", aunque no está claro si se refieren a los soldados rusos, a las víctimas civiles ucranianas o a todos, todas y todes.

En España

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