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Pedro de Tena

La diarrea mental en España

Necesitamos, creo yo, que un consejo nacional de personas de bien nos cure de este grave mal que puede conducirnos a la tumba.

Esta descompostura viene ocasionada por la incapacidad de la inteligencia de los ciudadanos españoles para ordenar, de algún modo, el aluvión de supuestos hechos que componen la realidad aparente. Por ejemplo, todo lo que lleva ocurriendo en Cataluña desde hace años, y especialmente desde hace meses. Fugados, presos, rateros, dictadorzuelos de nuevas remesas, que Catalunya soy yo, o él, o la abuela llorona. ¿Cómo es que los catalanes, piensen lo que piensen, incluso los separatistas, no se sublevan contra esta mediocridad instalada en los sueldos públicos, esto es, en nuestros impuestos? Por otro lado, el País Vasco, con su cupo a la buchaca, y Navarra con el suyo. Y mientras tanto, lo que queda de España, Hispania, entretenida por el neocomunismo de Atapuerca, por un PSOE para una "nación de naciones", incapaz de reconsiderar su pasado y su presente, un Rajoy piramidón, pétreo, inamovible, inasequible a cualquier autocrítica, y Ciudadanos, bien en el Principado, pero fatal en las Castillas, no digamos nada en la Novísima, como trapo de Susana. ¿Cómo pensar todo esto y ordenarlo un poco?

Pero fíjense. Además de la diarrea mental política están la económica, la social, la cultural. La izquierda, la misma que congeló las pensiones y por poco se las carga, ahora se viste de Capitán Trueno saliendo a la calle. Y vengan impuestos. Y muchos callan cuando es imposible estudiar en español en España. En Galicia no hay un cartel en español desde hace veinte años, gobernando Fraga. Y en las Pitiusas y en Valencia ruge la marabunta que odia a España. Por otro lado, la feminicráticas, no sólo en España, hasta contra Woody Allen. Aquí, aplaudiendo que se quiten los hijos al padre, sin más. Ah, y se quiten todas las memorias históricas, salvo la oficial, de un plumazo y por ley. A los altares la Segunda República y al infierno del olvido lo que pasó realmente. Una y otra vez. A la mierda Franco y sus secuaces mientras Largo Caballero, uno de los responsables de la Guerra Civil, se luce en la Castellana de Madrid. Tiene cojones la cosa. ¿Cómo no sufrir de diarrea mental?

Le confieso modestamente que no puedo con este vendaval de supuestos hechos torturados por las ideologías. Eso de que el Kichi quite a España del himno andaluz es casi insuperable, si no fuera por su carné de alimentador de gatos. Y luego las encuestas sumiéndonos en la perplejidad. Y vengan corruptos a derecha e izquierda. Y la impunidad de los ERE. En esto se pierde el niño Gabriel y vamos sabiendo cosas, muchas, todas menos cómo ordenar todo esto por orden de relevancia y valor. Cuando tal cosa no se puede hacer, sea por lo que sea, es que estamos en una fase aguda de diarrea mental. Y vengan datos, y dimes, y diretes, incesantes…

¿Cómo vamos a ser capaces de zurcir la convivencia nacional desde esta descomposición cerebral extremísima? Necesitamos, creo yo, que un consejo nacional de personas de bien nos cure de este grave mal que puede conducirnos a la tumba. Pero ¿quiénes? Pero ¿cómo? Pero ¿cuándo? Mientras tanto, que viva la diarrea palabresca, que descubrió Unamuno, síntoma inequívoco de la diarrea mental que atormenta a esta España que no quiere ni se quiere.

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