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Andalucía

Pedro de Tena

Póker de Espadas y Adelante, con los faroles

Juan Espadas ha conseguido cuatro victorias decisivas en sólo dos semanas.

Juan Espadas ha conseguido cuatro victorias decisivas en sólo dos semanas.
El alcalde de Sevilla y candidato del PSOE a la Junta de Andalucía, Juan Espadas. | María José López / Europa Press

Ya no cabe duda alguna de que a Juan Manuel Moreno, primero huérfano de éxitos y luego aupado por la baraka de Vox y el apoyo de Ciudadanos, le ha salido un grano político, ya veremos en qué parte, pero que se adivina terco y doloroso bajo la apariencia de erupción inocente e incluso conveniente. El grano tiene nombre y se llama Juan Espadas.

Este gerifalte de la burocracia socialista en la Junta de Andalucía desde los tiempos más corruptos, y todavía alcalde de Sevilla, ha redondeado lo que podemos llamar un póker de Espadas en una semana de triunfo político y mediático sin precedentes próximos en el PSOE andaluz. Parecía que el sepelio orgánico de Susana Díaz iba a ser la estrella funeral del momento, pero Espadas ha conseguido cuatro victorias decisivas en sólo dos semanas.

La primera carta del póker, tras haber derrotado a Susana Díaz ejerciendo de hecho como candidato de Ferraz, ha sido desvelar que si la trianera no ha dimitido aún es porque se lo ha pedido él. Se trata, ha descubierto, de tener tiempo para poner orden en su gallinero y acceder a la nueva etapa política en condiciones de máxima seguridad y disciplina internas. Igualmente, ya se ha visto, tratará de recuperar a los susanistas destacados que así lo quieran evitando la imagen de un ángel exterminador.

Tal operación trata de lograr que se le desvincule de la obediencia estricta a un imperioso Ferraz -mala imagen para la base autonomista -, que parece tener prisa por liquidar a la hasta ahora primera dama socialista. Pero, además, le permite entonar su canción de la unidad interna y augurar que, para las próximas elecciones andaluzas, el PSOE será un rival que, sin haber cambiado nada sustancial, aparecerá como un partido recién lavado.

La segunda, se refiere a la imagen de moderación y diálogo que la mayoría de los medios de comunicación han destacado y que, por ahora, le permite salir indemne de su absentismo de la alcaldía de Sevilla, un tema que quiere reducir al ámbito local. Esa imagen tiene a un primer perjudicado que es el PP, que ha cultivado el mismo fruto de contención a lo largo de dos años templando entre Ciudadanos y Vox y aminorando la velocidad del cambio hasta un nivel casi inapreciable para neutralizar las reacciones de una díscola Susana Díaz.

Con esa imagen de comedimiento, mano tendida a la Iglesia, a los Ayuntamientos de la guita del clan Toscano y ahora al gobierno de la Junta, logra el objetivo de disputar el voto perdido de Ciudadanos al PP y a Vox. No es moco de pavo: estamos hablando de pronósticos, incluso oficiales de la Junta, que reducen de 21 escaños de Ciudadanos a 1 ó 2, con pérdida de decenas de miles de votos. Si el PSOE andaluz logra pescar en estas aguas mansas – con ayuda de los progresistas de Ciudadanos -, el vuelco electoral podría ser factible.

La tercera carta de este póker de Espadas es el arrinconamiento de Vox, un partido aún insuficientemente organizado y con graves crisis locales en casi todas las provincias, que es considerado partido clave en el próximo gobierno andaluz de cumplirse las profecías demoscópicas disponibles.

Hemos definido ya a esta estrategia como el "abrazo del oso". Se trata de aparecer como el punto de apoyo que Moreno y Marín necesitan para prescindir de Vox en el Parlamento y en el gobierno del futuro, algo que les interesa sobremanera a ambos. Ahí tienen ya el presunto apoyo del PSOE a la Ley del Suelo, que, además, reduce los trámites administrativos para los proyectos empresariales y otros apoyos que se irán viendo. Vox deja de ser necesario, pero, al tiempo, queda claro que PSOE, PP y Cs forman un bloque de sistema que tienen concordancias innegables y podría dar barra libre a Vox en muchos temas esenciales si comienza a aparecer como un partido de sentido común y no de numeritos.

La cuarta carta del póker es la relación con su izquierda, toda ella comunista aunque de diversos pelajes. Es la más oscura e incipiente y por ello, apenas se distinguen sus matices. Uno de ellos, ya claro, es el de jugar un papel más autonomista, algo que gusta a los tres comunismos vigentes, el de Podemos, el de Izquierda Unida y el anticapitalista de Teresa Rodríguez.

Queda por ver cómo aprovecha el clima de división interna del comunismo en Andalucía para succionar otros miles de votos que hartos ya de divisiones, bobadas y extremismos ridículos – lo de los insultos a Pemán ha colmado el vaso incluso de la izquierda -, querrá señales de vida en Memoria Histórica y retribución pública de chiringuitos. Espadas deberá conseguir que el pacto con el comunismo sea posible y para ello tiene que afrontar el problema teresiano.

Con este póker en la mano, el PP de Juan Manuel Moreno y Elías Bendodo sale de lo que se llama ahora la zona de confort con una Susana Díaz sin horizonte ni brújula y entra en una zona de peligro, con el bote electoral de Ciudadanos disputado, el forúnculo de Vox a punto de infectarse y con un Juan Espadas que está en la primera fase, la del ofrecimiento, antes de pasar a la segunda, la del enfrentamiento a partir de Ayuntamientos, Diputaciones y Gobierno, para llegar a la tercera, la del resurgimiento electoral.

Adelante, con los faroles

La izquierda comunista está muy deteriorada en Andalucía. Además de la medianía mediática de sus responsables -hágase un ejercicio de recordar quiénes son los dirigentes de Izquierda Unida y Podemos en el Sur para comprobarlo -, con la excepción de Teresa Rodríguez, está la guerra civil que se vive entre los podemitas e IU contra los anticapis.

Recuérdese que una oportuna e intencionada reforma del Pacto Antitransfuguismo condujo a que la minoría de IU y Podemos expulsara a la mayoría de partidarios de la ahora plagiadora de Isabel Ayuso con su parodia madrileñista del grupo parlamentario Adelante Andalucía y de sus dineros. Pero eso tiene recorrido en los tribunales superiores como ya advirtieron los letrados del Parlamento andaluz.

De todos modos, los faroles con que va iluminar su camino Teresa Rodríguez es lo sucedido en Cataluña en los últimos años. ¿Por qué en Cataluña puede haber un proceso independentista y en Andalucía no? Esa va a ser la bandera que con toda seguridad agitarán los comunistas-trostkos-ácratas-blasinfantistas, para diferenciarse de un Podemos decadente y de una IU dinamitada por el clan de los Garzones, entreverados andaluces ellos, como es sabido.

Esta es la enseña que les ha regalado el propio Pedro Sánchez con sus cesiones a los separatistas catalanes y vascos y que ha confirmado con los indultos. El agravio comparativo de Andalucía (y las demás regiones de la España que queda tras el descuento de Cataluña y el País Vasco), que tiene fundamento social, económico y desde luego político, no sólo tendrá consecuencias centrípetas en defensa de la unidad nacional española, sino centrífugas en la búsqueda de la disgregación definitiva.

La tibieza de Espadas, que por ahora no se ha envuelto en la bandera andaluza como hicieron sus antecesores, puede dar una oportunidad electoral a una Teresa Rodríguez que podrá suplir su ausencia de proyecto político creíble en el marco de la Unión Europea y de una democracia que se precie, con la recuperación del andalucismo. Ello sólo será posible si amplía su base social y logra condicionar al PSOE. De lo contrario será sólo un espejismo pasajero.

Lo cierto es que si hasta ahora era justificable el escaso dinamismo del cambio del nuevo gobierno PP-Cs para no despertar a la fiera dormida del régimen socialista que conserva casi intacta su tela de araña, ahora ese presunto cambio hacia la liberalización de vida andaluza será paralizado casi con toda seguridad por el póker de un Espadas que se erige como un suave que está matando la continuidad del camino hacia una Andalucía más abierta, civil y activa.

Juan Manuel Moreno, que reconoció a Espadas antes que las propias bases del PSOE como adversario de calado, deberá demostrar ahora si su liderazgo fue sólo consecuencia del primer premio de la lotería electoral que le tocó en diciembre de 2018 o si tiene en la cabeza un proyecto de cambio efectivo que ofrecer a los andaluces si es que antes no le obligan a anticipar las elecciones, peligro que, por si acaso, ya ha empezado a conjurar la maquinaria de propaganda de Juan Espadas.

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