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Pedro de Tena

¿Qué está pasando aquí?

Pablo Casado ha preferido alinearse 'centristamente' con esa democracia 'moderada' representada por el PSOE que llega hasta Bildu.

Una vez desahogada la natural indignación de los primeros momentos ante la puñalada trapera que la derecha nacional se ha pegado aturdiendo a los propios y deleitando a los extraños, es preciso preguntarse qué es lo que ha pasado. Sabido es que la política es una inmensa farsa en la que muy pocas cosas son lo que parecen. Pero lo ocurrido el otro día en el acto final de la moción de censura va más allá de toda mojiganga. Tan cruento fue el número que su consecuencia más aparente es que los votantes del centro político, si es que Ciudadanos es tal cosa, y la derecha, si es que PP y su retoño, Vox, suman tal otra, se han quedado sin posibilidad de gobernar, ni solos ni juntos, durante muchos años. Pero el caso es que lo siguen haciendo en Madrid, en Andalucía, en Murcia y en muchos ayuntamientos, por ahora, claro, que la herida puede ser profunda.

Independientemente de los enconos personales, lo que se ha escenificado es que la derecha es un ente enfermo y mortalmente dividido, que Pablo Casado ha preferido alinearse centristamente con esa democracia moderada representada por el PSOE que llega hasta Bildu y que Vox, el nuevo dóberman, es la única nota discordante de esta obra.

Pero ¿en qué momento ha tenido lugar la representación? En un momento decisivo para la historia de España, tras un golpe de Estado separatista, tras la reconversión de los asesinos de ETA en impecables demócratas, tras la formación de un Gobierno de legitimidad dudosa por las mentiras de origen entre socialistas y comunistas bolivarianos, tras ataques sistemáticos a la Monarquía constitucional y a la Constitución reconciliadora de 1978, en el seno de una pandemia mal gestionada y cada vez más terrible y en el marco de una crisis económica y social sin precedentes que puede arruinar y rematar a millones de ciudadanos.

¿Y por qué Pablo Casado, Inés Arrimadas y Santiago Abascal no han unido fuerzas para contrarrestar el ataque del Frente Popular redivivo? ¿Por qué no han defendido en común las reglas democráticas de juego que impiden que cualquier partido ocupe el Estado, las instituciones y la sociedad? ¿Por qué las contradicciones y las evidentes diferencias en la izquierda le permite gobernar y votar sin fisuras y tal cosa es imposible en el centro-derecha? ¿Por qué ha sido necesario recuperar la foto del dóberman con la cara de Santiago Abascal?

No sé, no logro saber, no puedo saber lo que hay detrás de todo esto. Tal vez estemos metidos de lleno en un golpe de Estado a cámara lenta con el fin de la Constitución a la vuelta de la esquina. Tal vez se trate de la formación subterránea de un directorio con autoridad suficiente para afrontar la próxima ruina nacional al que Vox no ha querido sumarse o no lo han dejado. Quizá se trate de la exigencia europea de un gran frente común que asegure los dineros que va a prestar (¡dejando a zorras cuidando de las gallinas¡). Quizá sea simplonamente que la elaboración de los Presupuestos para 2021 exija un acuerdo entre PSOE, CS y PP marginando a los molestos. Tal vez no sea sino que un Pablo Casado sin autoridad, ya ni moral, se ha pegado un tiro en el pie o que un atrevido Santiago Abascal no haya calculado bien las distancias.

Por ser, incluso puede ser la apoteosis estratégica de un largo caballero llamado Pedro Sánchez que ha logrado que, desde el separatismo al comunismo y desde el centro a la derecha, todos sus competidores estén sumidos en procesos de descomposición, mientras él sigue como si nada, rumbo a donde sea, siempre que sea él quien lleve el timón con manos libres en un estado casi de excepción.

El problema es que la desinformación que sufrimos los ciudadanos conduce a la simpleza de unas conclusiones que, más que probablemente, terminarán afectando a los votos, si es que se depositan. Lo cierto es que Vox se ha convertido en una referencia para todos y que lo que sea que pasa, pasa muy en serio, con pandemia y miseria encima. Ahora, con estado de alarma hasta abril o mayo de 2021. Habrá que prepararse para lo peor, como es costumbre, y organizarse para lo mejor, si es que tal trance existe.

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