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Pedro de Tena

Qué noche la de aquel día (29 de julio)

¿Qué dicen, qué piensan, qué cantan, qué penan, qué votan los andaluces de ahora y los españoles de siempre que viven en Cataluña?

El día de ayer fue fatigoso. Me refiero al sábado, 29 de julio. No diré que estuve trabajando como un perro –Los Beatles sí lo afirmaron en su letra–, pero sí que fue duro, largo, denso como un pecado. Como no hay ser humano que atienda a todas las cosas –aunque hay gente que simula que lo ha leído todo, conocido todo, sabido todo y probado todo; y, lo que es peor, hay gente que se lo cree–, ayer durante el día fijé mi atención sobre el congreso del PSOE de Andalucía, en la muerte del pobre niño eutanasiado en el Reino Unido por orden judicial y en la exhibición de Miguel Poveda y sus amigos en el Liceo de Barcelona, que fue transmitida en directo por La 2 de Televisión Española.

Cuando anochecía en este calor tórrido que nos está asando poco a poco en Andalucía, me vino al corazón el cruel destino de Charlie Ward, al que los tribunales, incluido el de Derechos Humanos de Estrasburgo, decidieron condenar a morir sin dar ninguna oportunidad de intentar nuevas vías por considerarlas inútiles. Llaman a esto "muerte digna", pero impedir incluso que el niño muriera en su casa y abrazado por sus padres es algo más. Es el síntoma inequívoco de que la libertad de las personas y las familias en sociedades supuestamente democráticas está siendo ocupada y anulada por el Estado. Fue en ese momento cuando, a pesar de la calorina africana, sentí un gélido escalofrío.

El segundo estremecimiento me vino con la rememoración de circunstancias del congreso del PSOE de Andalucía. Ni un examen de conciencia, ni un dolor de corazón, ni un propósito de enmienda y nada de penitencias, salvo para el grupo de los imputados por los diversos casos. Susana Díaz es la continuidad del régimen de la tela de araña y, en vez de afrontar una renovación capaz de acompañar éticamente a su discurso sobre España y la unidad e igualdad de los ciudadanos, ni siquiera esboza una ligera autocrítica. Tras 35 años de poder casi omnímodo, parece dispuesta a perpetuar el régimen negando al PP y a quien sea su derecho a la existencia política y al gobierno de la región en su caso.

No digamos nada del sudor glacial que me congeló la cabeza cuando comprendí que el PP andaluz ni siquiera se ha enterado de que el PSOE le ha birlado su lema más famoso, "Andalucía de primera", en este cónclave. Pero, claro, este PP es de segunda y con vocación de pasar a la tercera regional a poco que se esmeren sus liquidadores.

Y ya avanzada la noche y en la madrugada el Liceo de Barcelona, con Miguel Poveda y sus amigos, acogió un más que meritorio espectáculo de ayuda a la investigación sobre el cáncer. A lo mejor ya no se puede hacer otra gala parecida en un próximo futuro. Poveda, de Murcia y Ciudad Real pero nacido en Barcelona con hechuras andaluzas, aportó un sentimiento de patria común, de España, a la locura política instalada en Cataluña. Fue entonces cuando un iceberg afilado me recorrió por dentro: ¿qué dicen, qué piensan, qué cantan, qué penan, qué votan los andaluces de ahora y los españoles de siempre que viven en Cataluña? Qué silencio más atroz.

Sí, qué noche la de ese día.

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