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Pedro Fernández Barbadillo

Rajoy, derrotado en Argentina

Aparte del desastre económico, Macri se rindió al Imperio Progre. Todas las campañas y consignas culturales de la izquierda las ha aceptado.

Aparte del desastre económico, Macri se rindió al Imperio Progre. Todas las campañas y consignas culturales de la izquierda las ha aceptado.
Rajoy y Macri en una imagen de archivo. | EFE

El complicado sistema electoral argentino exige unas primarias obligatorias meses antes de las elecciones parlamentarias y presidenciales, las PASO. Sirven no sólo para confirmar (más que para seleccionar), a los candidatos, sino también para intuir los resultados ya definitivos, pues son de ámbito nacional y abiertas a todos los ciudadanos. Desde 2009, la participación ha superado el 70%.

En 2015, las PASO mostraron el declive del régimen de los Kirchner, pues el candidato apoyado por la presidenta viuda Cristina Fernández obtuvo menos del 40%. Mauricio Macri, jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, reunió el voto de su alianza, Cambiemos, y el de todos los antiperonistas, y en la segunda vuelta de las presidenciales obtuvo casi 13 millones de papeletas, el mayor número recibido por un presidente.

En 2017, las PASO y las elecciones parlamentarias parciales mostraron un apoyo a Macri y una caída del Frente para la Victoria, el sector del peronismo organizado por CFK. Incluso en la provincia de los Kirchner, Santa Cruz, vencieron los candidatos de Cambiemos. La reelección de Macri parecía cosa hecha y algunos soñaron con la desaparición de este peronismo de izquierdas, al menos por unos años, debido a las derrotas y a los juicios a su ‘lideresa’.

El domingo 11 se celebraron las PASO previas a las presidenciales de octubre y el resultado, no previsto por ninguna encuesta, fue una victoria arrolladora de la candidatura del Frente de Todos, formada por Alberto Fernández para la presidencia y Cristina Fernández de Kirchner para la vicepresidencia, con 11’6 millones de votos y casi un 48%. El presidente quedó a 15 puntos, con menos de ocho millones de votos.

Desde que dejó la Casa Rosada, CFK ha dado muestras de su sectarismo y de un concepto de la política partidista que divide a los argentinos en amigos, sumisos y enemigos. Por ejemplo, rompió el protocolo de entrega de la banda presidencial para no dársela a Macri. El desmontaje de la enorme red de corrupción montada por Néstor y Cristina Kirchner desde que alcanzaron el poder en el país en 2003 puede detenerse.

Sin embargo, ¿qué ha pasado para que a casi 12 millones de argentinos no les importe que Fernández esté imputada en 13 causas judiciales por inmensos sobornos y por encubrimiento en el atentado de la AMIA? La culpa mayor corresponde a Mauricio Macri, sus ministros y sus consejeros.

Macri, converso al feminismo

Antes de llegar a la presidencia, Macri dejó claros cuáles iban a ser los principios de su política: "mirar adelante" y "lo importante es la economía". Es decir, un calco de la política de Mariano Rajoy que tan bien conocemos los españoles, para la que las ideas son "un coñazo". Encima, esta política ha fracasado.

El presidente hizo la típica promesa demagógica (estilo peronista) de "pobreza cero" y ahora hay más pobres que al final del mandato de Cristina, quien llegó a prohibir al INDEC, el Instituto Nacional de Estadística, que diese los datos por respeto a los pobres. Se ha calculado que el peronismo dejó un índice de pobreza de un 29%; en estos años, ha aumentado al 34%. La inflación es la tercera del mundo, sólo superada por las de Venezuela y Zimbabue.

Aparte del desastre económico, el Gobierno se rindió al Imperio Progre. Todas las campañas, consignas y guerras culturales montadas por la izquierda las han aceptado Macri y su Cambiemos. No han recuperado a las víctimas del terrorismo de los montoneros. Mantienen el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), que admite denuncias por ‘delitos de odio’, la nueva censura. Y el propio presidente se ha convertido en "portavoz sorpresivo de la agenda feminista", que ya sabemos que consiste en sustituir la guerra de clases por la guerra de sexos.

No sorprende, por tanto, que la clase media, la derecha, los católicos le hayan dado la espalda a quienes están gobernando contra ellos con la esperanza vana de que la izquierda no les insulte.

Como pasó con Rajoy en España, la incompetencia y la cobardía del presidente de la supuesta derecha le han puesto alfombra al populismo en Argentina. Parece que el papa Francisco por fin podrá realizar el viaje a su país que se ha negado a hacer en estos años para no tener que saludar a Macri.

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