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Percival Manglano

"Vieja política", divino tesoro

La gente no quiso que Rubalcaba fuese presidente del Gobierno, pero alguna gente quiso que fuese secretario general de su partido.

La gente no quiso que Rubalcaba fuese presidente del Gobierno, pero alguna gente quiso que fuese secretario general de su partido.

El diairo El País publicó el domingo pasado un extenso publirreportaje dedicado a Alfredo Pérez Rubalcaba. La entrevista ocupa cinco páginas enteras. Creo que debo ser de los pocos españoles que se la leyó entera (bueno, salvo algún párrafo hacia el final cuando ya se me agotaban las fuerzas). Tardé más de una hora en hacerlo. Es bien sabido que los usuarios de Internet raramente dedican más de dos minutos a leer una noticia y quizá un pelín más a ver un vídeo en Youtube, siempre que sea muy entretenido. Pretender que un número apreciable de españoles tenga un comportamiento completamente distinto a la media y dedique 75 minutos a saber qué piensa -mejor dicho, qué dice- el señor Rubalcaba es equivalente a confiar en que prefieran comunicarse por correo postal en vez de por e-mail, sms, whats-apps o lo próximo que se invente. Y luego hay gente que se pregunta por qué la circulación de los periódicos en papel cae...

Para rematarlo todo, las fotos que ilustran la entrevista parecen unas, un anuncio de relojes y, otra, un homenaje a la portada del disco de los Beatles "Abbey Road," pero con Rubalcaba andando sólo, con una carpeta vacía en la mano y en dirección contraria.

Traigo esta entrevista a colación no tanto por sus formas cuanto por una pregunta en particular. Pregunta Javier Moreno, director de El País, a Rubalcaba: "¿Hay futuro en España para los políticos de más de 60 años?" Es una pregunta sorprendente dada la edad de los máximos dirigentes de los cuatro grandes partidos nacionales. Mariano Rajoy tiene 58 años, Alfredo Pérez Rubalcaba cumple 62 años la semana que viene, Cayo Lara tiene 61 años y Rosa Díez tiene 61 años. Pero es que, además, Cándido Méndez tiene 61 años, la misma edad que Ignacio Fernández Toxo (la añada de 1952 ha sido muy fecunda para la política española). El presidente de la patronal CEOE es el joven de la clase: tiene 56 años.

Más que si tiene futuro en España un político de +60 años, habría que preguntarse por qué tiene tanto presente. Pero, más allá de la edad de los políticos, lo realmente importante para juzgarlos es su mentalidad. Como decía un anuncio de Font Vella (creo) hace unos años, no engordan los años, engordan los kilos. En política, no avejentan los años, avejentan las ideas.

El regeneracionista Joaquín Costa ya hablaba de la "vieja política" hace más de un siglo. Era la política que llevaba a "fabricar" mayorías parlamentarias a través de elecciones dirigidas desde el Ministerio de Gobernación. Hoy se fabrican candidatos a la Junta de Andalucía a través de un simulacro de primarias dirigido desde el aparato de un partido.

La peor noticia del proceso de "primarias" del PSOE andaluz ha sido que la beneficiada, Susana Díaz, tiene menos de 40 años. Es decir, la vieja política se está manteniendo gracias a aquellos que, por edad, deberían rejuvenecerla.

La respuesta de Rubalcaba a la pregunta de El País fue la siguiente: "Negar que la edad es un factor que la gente mira es negar la evidencia. Pero pensar que la gente elige su presidente de Gobierno por la edad que tiene es otro error." ¿A qué "gente" se está refiriendo Rubalcaba? Es secretario general del PSOE porque ganó un congreso del PSOE tras perder cuatro millones de votos en unas elecciones generales. Es decir, la gente no quiso que fuese presidente del Gobierno, pero alguna gente (con influencia en el congreso del PSOE) quiso que fuese secretario general de su partido.

Abandonar la "vieja política" significaría que, cuando se hable de la gente, se la tome en serio y se le dé la oportunidad de elegir libremente a sus dirigentes y candidatos con primarias transparentes y, en elecciones, a personas concretas y no a listas cerradas. Para que la gente decida, tiene que tener la oportunidad de decidir. Esto sí que sería una nueva política.

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