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Santiago Navajas

El harakiri de la democracia

Los andaluces siguen cavando su propia tumba, apoyando a unas élites parasitarias y analfabetas.

Los andaluces siguen cavando su propia tumba, apoyando a unas élites parasitarias y analfabetas.

22 de marzo de 2015: los andaluces siguen cavando su propia tumba, apoyando a unas élites parasitarias y analfabetas. El ejemplo paradigmático del señorito político ha sido Antonio Sanz, uno de los incompetentes más grandes que ha dado la política nacional, y que precisamente gracias a sus deméritos ha sido elevado nada menos que a delegado del Gobierno. En un alarde de miseria moral y, lo que es peor, de imbecilidad política, se atrevió a proclamar a los cuatros vientos su racismo patibulario al proclamar que los andaluces no querríamos ser liderados por un catalán como Albert Rivera y sus "Ciutadans". A pesar del rentista político del PP, afortunadamente Andalucía, como su espejo mediterráneo y tercermundista de Grecia, cuenta con un piloto automático que impide que los miembros del Parlamento andaluz puedan convertir la región en un completo erial, en una tierra baldía. Y ese estabilizador no está en Cataluña sino algo más lejos, en la UE, sobre todo gracias a la racionalidad económica de Ángela Merkel. Los andaluces necesitamos menos estómagos agradecidos al estilo de Antonio Sanz, menos lideresas fraudulentas como Susana Díaz, más catalanes pragmáticos y cultos como Albert Rivera y más estadistas pragmáticas como Ángela Merkel.

En este contexto, el ascenso de Podemos supone el peligro de una debacle del proceso democrático español. Su propuesta de ruptura del modelo de la Transición abocaría a España a un ambiente de caótico guerracivilismo, lo que se sumaría a la traición nacionalista catalana a los valores de convivencia y prosperidad de la Constitución.

La emergencia de Ciudadanos es la única buena noticia en un panorama desolador. Si la vieja política, representada por PSOE, PP e IU, ha degenerado en un capitalismo de amigotes que ha vendido la democracia al mejor postor, la alternativa populista de Podemos, orientada hacia el socialismo populista en clave venezolana, supondría volver a un proceso revolucionario como el que la extrema izquierda llevó a cabo en 1931-36. Por el contrario, Ciudadanos representa la vía social-liberal hacia un Estado de Bienestar de corte danés, en el que la solidaridad no esté peleada ni con la libertad ni con la eficiencia, de manera que España llegue en las mejores condiciones al periodo crucial de 2031-36.

En la actual coyuntura, el escenario menos malo sería un Gobierno en solitario del PSOE con el sostén, desde una "fiel oposición", que diría Manuel Fraga, por parte del PP para mantener cierto prurito democrático y, de esta manera, erigir un dique contra el tsunami de populismo de Podemos y el nacionalismo catalanista, al que se tendrá que enfrentar España en los grandes envites del futuro inmediato. Por supuesto que una entente PPSOE significaría también un pacto para tapar sus corruptelas y tejemanejes. ¿No vale un Bárcenas por un Griñán y un Chaves? Por ello es fundamental que los otros poderes, del judicial, encarnado ejemplarmente en los jueces Alaya y Ruz, al periodístico, que representa en su vertiente libertaria y combativa Libertad Digital, sigan siendo los garantes de una sociedad abierta. Mientras, Andalucía seguirá oliendo al estiércol de la corrupción y el dulzor enfermizo de la autosatisfacción onanista.

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