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Sergio Valentín

La hipocresía del fútbol no tiene límites

La FIFA y varios clubes de fútbol se han dejado comprar por dictaduras. El intercambio es sencillo, dinero a cambio de blanquearles.

La FIFA y varios clubes de fútbol se han dejado comprar por dictaduras. El intercambio es sencillo, dinero a cambio de blanquearles.
Putin toca la copa en la final del Mundial de Rusia | Cordon Press

El fútbol está podrido y casi nadie está haciendo nada para que cambie. No es necesario extenderse en argumentos con el fin de demostrar que la raíz de este deporte está infectada. Solo es necesario recordar un evento, un país y una fecha: Mundial de fútbol de Qatar 2022. Miles de obreros fallecidos en la construcción de estadios cuyo dinero, proveniente de un Estado donde mujeres y homosexuales no tienen los mismos derechos, acaba en los bolsillos de la FIFA. ¿Se ha cancelado el Mundial? ¿Alguien hará algo? Casi todos miran a otro lado o incluso participan en la edulcoración de hechos injustificables, como TVE, la televisión de todos los españoles, que ha decidido tras 24 años sin retransmitir un Mundial que este, justamente este, era el adecuado para pagar 35 millones de euros. Entre todos estamos blanqueando a Qatar, también usted Irene Montero, defensora de las mujeres en España, pero no del resto del mundo

La invasión de Rusia a Ucrania ha destapado, aunque de manera superficial, la politización que existe, que se ha admitido con naturalidad, en el fútbol desde hace años. La guerra estalló hace ocho días y el Chelsea, club que pertenece a Román Abramóvich todavía, ya está en venta. Hace una semana no importaba que fuera de él y ahora sí. Hemos asumido sin rechistar que una serie de dictaduras puedan lavar su imagen y hacer negocios en occidente a cambio de millones de euros que silencian a hipócritas a los que no les importa el origen del dinero con tal de aumentar su fortuna, ganar títulos y/o contribuir más a la inflación, ya desmesurada, que existe en el fútbol con fichajes y sueldos cuyo límite se desconoce. Esta misma semana se ha filtrado una oferta de 200 millones de euros a Mbappé por dos temporadas.

Abramovich, multimillonario ruso, es dueño del club londinense desde el 2003. Casualmente desde ese año no hay un equipo que haya ganado más títulos en Inglaterra que el Chelsea. El libro "Los hombres de Putin", de Catherine Belton, explica que el ruso compró el Chelsea por ordenes de Putin. ¿De dónde procedía el dinero hace casi 20 años? Del mismo lugar porque la dictadura comunista de Rusia existe desde hace años, no desde hace ocho días. ¿Hace falta que estalle una guerra para que el fútbol abra los ojos y deje de blanquear países como Rusia, Emiratos Árabes, Arabia Saudita o estados como Abu Dhabi? El fútbol y el mundo en general es tan hipócrita que incluso valora quien está detrás de una guerra porque las personas fallecidas no son todas iguales. Desde 2015 Yemen vive una guerra civil donde han fallecido miles de civiles y en la que se ha implicado Abu Dhabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos y dueño del Manchester City.

Hace unos días se produjo un gran ejemplo del cinismo que existe en el fútbol con todo esto. Se disputó en la Premier League un Everton – Manchester City. Ambos clubes, con un futbolista ucraniano en sus respectivas plantillas, salieron al terreno de juego con la bandera del país agredido. Tres días más tarde, el Everton, ante la presión popular, tuvo que romper sus vínculos comerciales con las empresas rusas USM, Megafon y Yota, en las que participa Alisher Usmanov, magnate ruso y hombre cercano a Putin. El Manchester City, por su parte, vive en una situación complicada una vez se ha dejado comprar por Abu Dhabi. El club mostró su apoyo a Ucrania mientras sus dueños se abstenían en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas negándose a apoyar las medidas de Estados Unidos en contra de Rusia.

El fútbol es codicioso. Siempre quiere más y sin que su estatus cambie porque por encima de todo, que quede bien claro, ellos no tienen nada que ver con la política. Y es que de ser así, tendrían un problema, tendrían conciencia y se preocuparían por hacer del mundo un lugar mejor. Esto, llamado principios, tendría consecuencias económicas que no quieren asumir. Negocian con Qatar o Putin sin tener ninguna responsabilidad con lo que luego hagan Qatar y Putin. La raíz, como he mencionado antes, está podrida. La FIFA ha sido incapaz de responder contundentemente ni si quiera al ataque de Rusia a Ucrania. La primera respuesta, la que de verdad cuenta porque refleja el sentir del organismo que preside Gianni Infantino, fue la de permitir competir a Rusia y Bielorrusia en los play off de la Copa del Mundo pero sin banderas ni símbolos. Solo fueron capaces de rectificar, como sucede en tantas ocasiones en España con Pedro Sanchez que cambia de decisión, de blanco a negro, en 24 horas, ante la presión popular. Fue una alegría comprobar que la unión de muchos pudo, aunque sea por una vez, con el dinero manchado de una dictadura.

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