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Zoé Valdés

El horror otra vez

¿Tendremos que acostumbrarnos a vivir con el horror de los atentados islamistas? No podemos hacerlo. Debiéramos intentar vivir normalmente. No nos dejan.

¿Tendremos que acostumbrarnos a vivir con el horror de los atentados islamistas? No podemos hacerlo. Debiéramos intentar vivir normalmente. No nos dejan. Anoche 128 personas perdieron sus vidas en siete atentados en plena ciudad de París, a pocas cuadras de mi casa, en el barrio que queda justo enfrente, y en otros dos barrios más alejados.

En el teatro Bataclán, allí donde mi hija actuó cuando estaba en la compañía Les Sales Gosses junto a Gad Elmaleh, murieron decenas de jóvenes que habían ido a un concierto de rock. No es justo. Es horripilante.

El Gobierno francés se ha movilizado, como es natural, pero hemos visto a un presidente flojo, lloroso en su primera alocución tras los atentados. Y eso no asegura a nadie. El golpe del horror se enfrenta con otra actitud, sobre todo cuando se es presidente de la república, con una actitud firme, valiente. ¿Es mucho pedir?

Hoy nos hemos levantado silenciosos. Las calles desiertas. Nos han pedido quedarnos en casa, salir lo menos posible, cerrar los balcones. En cualquier momento podría armarse otro tiroteo, todavía se supone que dos de los terroristas andan sueltos, refugiados en alguna parte de la ciudad. Los especialistas compungidos intentan explicar en la televisión lo inexplicable: el odio, la sinrazón. No hay explicación para semejante acto de barbarie.

Otra vez vuelve el terror a ampararse en París, eso es lo que quieren, mantenernos aterrados, doblegados. Lo que quieren es acabar con nuestra libertad. Me gustaría decir que no lo conseguirán. Pero creo que es demasiado tarde, les hemos dado demasiadas posibilidades. A estas alturas cerrar las fronteras no es ni siquiera una mínima solución. Hay que cambiar la estrategia.

Algunos amigos, hartos, se marchan al campo en sus automóviles. Los franceses, o una gran mayoría, todo lo arreglan con un viaje a la campiña. Una manera extraña de evadirse.

En cuanto a los terroristas, deben de sentirse muy satisfechos, consiguieron una vez más lo que querían: asesinar cruelmente y atemorizar a la población.

¿Qué nos queda a nosotros? ¿Seguir en el silencio?

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