Los cables negros de la carretera, de aproximadamente dos centímetros de grosor y rellenos de aire, registran cada vez que un vehículo pasa por encima de ellos. La presión generada al pisarlos envía una señal a un pequeño dispositivo ubicado al lado de la carretera, que a su vez recopila y envía esta información a centros de monitoreo de tráfico. Los datos son fundamentales para el Ministerio de Transporte, que elabora mapas detallados de tráfico con los que puede analizar los patrones de circulación, identificar áreas de congestión y mejorar la seguridad en puntos conflictivos.
España cuenta con más de 3.370 estaciones de medición de tráfico, conocidas como estaciones de aforo, que monitorizan el tránsito en la red de carreteras nacionales. A través de estos sistemas, se obtiene una visión precisa del tráfico ligero y pesado, abarcando un alto porcentaje de la circulación diaria en el país. Esta información permite la creación de mapas interactivos de tráfico, que son esenciales para la planificación y mejora de la infraestructura vial.
Aunque existe la creencia de que estos cables podrían medir la velocidad, su función no es esa, por lo que los conductores pueden cruzarlos sin preocupaciones. Sin embargo, cabe destacar que actualmente sí existen sensores bajo el asfalto con capacidad para detectar la velocidad de los vehículos, aunque estos dispositivos están destinados a otros fines de monitoreo y regulación.