
José Manuel Sánchez Riera (Madrid, 1966) fue el único de los ocho agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) que sobrevivió al ataque de la insurgencia iraquí contra los dos vehículos en los que se desplazaban el 29 de noviembre de 2003, el día más trágico de la historia de los servicios secretos. Dos décadas después del atentado, el superviviente ha publicado Tres días de noviembre con la editorial Espasa, un libro en el que relata el evento ocurrido y cómo fue capaz de superar la enfermedad derivada del estrés postraumático.
Sánchez Riera ha sido entrevistado por Luis Herrero en el programa En casa de Herrero, de esRadio, para hablar del libro en el que narra el fatídico suceso. "Uno de los síntomas durante todos estos años es el recuerdo intrusivo, el recuerdo que tú no controlas que te puede venir por cualquier circunstancia", ha destacado el exagente al recordar su historia. De hecho, 22 años después "todavía se me seca la boca cuando lo hago".
Una emboscada total
En 2003, durante la misión del CNI en Irak, un convoy de ocho agentes fue atacado en Latifiya, a unos 30 kilómetros de Bagdad. Sánchez Riera ha recordado: "Oímos un ruido potente de motor que salía por nuestra derecha. Arrancó y comenzaron los disparos. A nuestro conductor lo mataron".
En este sentido, los agentes solo contaban con "armas cortas", ya que no eran una fuerza combatiente, sino un elemento civil. Tanto José Manuel como su compañero Carlos, los únicos que no estaban heridos, salieron fuera del coche para frenar el ataque, pero con esas armas era prácticamente imposible, ya que los enemigos contaban con AK-47. Por ello, Sánchez Riera fue a pedir ayuda.
"Un grupo de personas, cuando yo me desplazo hacia el norte donde había vehículos parados, me rodea, me empiezan a pegar, me meten en el maletero de un coche y me atan las manos a la espalda", ha relatado el espía del CNI.
El salvador misterioso
Sin embargo, la historia cambió de rumbo cuando apareció un hombre con un turbante azul y besó la mejilla de José Manuel: "Este individuo, que tenía unos treinta y pocos años, se acercó a mí, me miró a la cara, me dio un beso y desapareció". De pronto, la gente que intentaba secuestrarle ya no estaba.
"Un taxista me dijo que podía llevarme hacia el norte, pero que hacia el sur no bajaba. Así que me bajé del taxi", ha recordado. Fue entonces cuando se unió a un convoy policial y descubrió que todos sus compañeros habían muerto en el ataque.
El exagente también ha revelado detalles sobre el hombre que le salvó la vida: "He visto una fotografía suya. No lo conozco en persona, pero sabemos que es pariente de uno de los jefes tribales con los que teníamos contacto. De hecho, comimos con ese jefe tribal el día 27, y este otro apareció allí por casualidad".
Las secuelas del trauma
"El primer sentimiento es la culpabilidad. O sea, tú estás vivo y tus compañeros están muertos, y eres culpable tú", ha confesado Sánchez Riera en relación a lo que sintió los días después del atentado. Tampoco podía dormir: "Yo no dormí una noche entera hasta 2014. No he tenido pesadillas, pero ya las tenía despierto", ha confesado en esRadio.
Asimismo, el exagente ha relatado en el libro cómo cambió la relación que tenía con su familia incluso cuatro años después del terrible suceso: "Empiezo a alejarme de mi familia. Empiezo a no sentir absolutamente nada por ellos, una noche le dije a mi mujer a las tres de la mañana que creía que no la quería ni a ella ni a mis hijos", ha relatado. El estrés postraumático se había apoderado del espía, que tuvo que ir al psiquiatra para poder hacer frente a todas las secuelas. Sin embargo, Sánchez Riera ha confesado: "Si estoy aquí es por mi mujer y por mis hijos, que hicieron todo por aguantarme".
Ahora, se ha publicado el libro donde narra toda su experiencia con el atentado, que además ha escrito para homenajear a sus compañeros: "Ellos están en el Olimpo de los héroes. Este libro es un homenaje a ellos por encima de todo."


