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"¡Por Dios, qué es esto! ¿Por qué? ¿Porque me llamo Garzón?"

El País dedica a Garzón un publirreportaje con el que abre su portada. Es una transcripción de las lamentaciones vertidas en el documental de Coixet.

"Han llegado a decir que mi patrimonio esta más allá de los 11 millones de euros. Pero ¿estan locos? Pero ¿esto qué es? Pero ¿cómo se puede destruir a una persona? ¿Dónde coño hay un pago del Banco de Santander a mí? Ni a nadie de mi familia. Y las cosas están ahí y siguen y siguen. Por Dios ¡qué es esto! ¡Por qué! ¿Porque me llamo Garzón?"

Es un fragmento de la entrevista de Manuel Rivas al juez para el documental de Coixet realizada el pasado mes de diciembre. El País ofrece un extracto de las mismas como principal gancho en su portada del domingo.

Y es que "de las tres causas, ésta (la de los supuestos pagos) es la más desquiciante. Es, para mí, alucinante. No entiendo nada". A día de hoy, dice, no sabe "por qué se me está investigando, por qué se me ha abierto una causa general. En Estados Unidos, cuando llego lo que hago es, sencillamente, por mi carácter altamente inquieto, no quedarme tranquilo como me podía haber quedado...". Y es que cuando estaba allí tenía "un despachito chiquitito", era "el último mono".

Garzón se muestra especialmente desquiciado con el tema. "Que investiguen lo que quieran, se van a encontrar mi sueldo, mis derechos de autor de las obra que he publicado y lo que he podido cobrar de la universidad y de las conferencias que he podido dar. ¿A qué viene esto? ¿a qué viene esto? Incluso están llegando a cuentas que son tituladas por otra persona que no está implicada para nada", llega a decir, escandalizado.

E incluye lo que parece una amenaza velada: "El juez instructor, incomprensiblemente para mí –alguna vez tendré que estudiar en profundidad y analizar qué es lo que ha sucedido aquí- dice que la universidad ha mentido, que yo he mentido, que a mí me están protegiendo, que si mi propia hija...".

Por supuesto, el juez se considera una víctima. "Yo estoy ahora en La Haya y lo primero que se recibió fue una información de que un grupo de extrema derecha, Compabt 18, había cruzado unos correos diciendo: ‘Hay que liquidar al juez porque está investigando los crímenes del franquismo’".

El juez se explaya con el acoso a su persona que supuso, dijo, el caso Gürtel, en el que "no es que me tenga que defender de las acusaciones, es que no sé cuál es la acusación". Califica de "mascarada" el escándalo en torno a su cacería con el entonces ministro de Justicia Mariano Fernández Bermejo. Para Garzón, que coincidiera con el entonces ministro de Justicia y con el jefe de la policía judicial en una montería justo antes de que saliera a la luz el caso Gürtel, es una mera excusa para iniciar "un acoso y una persecución implacable en mi vida privada y en la vida profesional".

En Escuchando al juez Garzón también se escucharán frases como "aquí lo que pasa es que ya no da miedo ser corrupto. Porque lo eres y te siguen eligiendo. Y toda la fuerza va dirigida a decir: si el malo es el juez". La acusación de prevaricación que pesa sobre sus espaldas conlleva "mucho dolor", pero "uno tiene la conciencia y la seguridad e no haber cometido ningún delito, de haber hecho lo que tenías que hacer". Quien se atreva a dudarlo, "tiene muy poca sensibilidad".

Sobre los crímenes del franquismo le llama poderosamente la atención, "de una forma que me derrotó", que "no hubiera un organismo que tuviera un índice, un documento donde estuvieran identificadas las víctimas". En El País no se mencionan las partidistas actuaciones del juez en torno al fenómeno, como por ejemplo, su rechazo a las denuncias por los crímenes de Carrillo en Paracuellos, que consideró "prescritas". 

Es más, reflexiona sobre la corrupción: "Es el cáncer de la democracia. Democracia y corrupción deberían de ser incompatibles". De hecho, "la propia dictadura es una corrupción. Son términos que pueden ir enlazados y del brazo".

Con todas esas acusaciones, publica El País, Garzón se piensa que tratan de acabar "con un modelo de juez". Son, dice, los medios "que se pelean desde la externa derecha y dede la radicalidad y el fanatismo más absoluto". "Me pueden echar, sí , y eso será muy doloroso, pero desde luego seguiré peleando", concluye.

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