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Vicente Verdú tilda de"astracanada" la escultura de Barceló

El periodista y escritor de El País desgrana en un artículo el enfrentamiento entre dos críticos con dos posturas muy distintas respecto al arte de Miquel Barceló: o lo aman, o lo odian. Aunque trata de no mojarse y mostrarse aséptico, a Verdú se le escapan duros calificativos para el artista.

En un artículo titulado "Entre el vómito y el voto", Vicente Verdú diserta en El País sobre el enfrentamiento entre críticos que mantienen Fernando Castro Flórez, de ABC, y Francisco Calvo Serraller, de El País. El primero publicó una apasionada crítica a Miquel Barceló en el suplemento cultural de su diario, y Calvo hizo lo propio, días después. Dos posturas completamente enfrentadas.

Pues bien, Verdú recoge ahora ambos testimonios, y reflexiona sobre ese nosequé de Barceló que hace ganarse tantas filias y fobias, y lo cataloga como "acaso el pintor más mimado del arte español y en los útlimos 30 años y propicio objeto de polémica".

Pues, puestos a polemizar, Verdú reclama su porción, y asegura del autor que: "La envidia envenena a sus colegas y, paralelamente, una parte de la crítica española ha afilado sus herramientas. Sin duda Barceló concentra atributos personales y profesionales más aptetios para hacer rodajas" postula.

Atributos que no tarda en señalar: "Sea por el lado de no permitir profetas en su tierra, sea por el lado de hacer croquetas con uno de los artistas que se manifestaron envueltos en el club de la ceja". Evidentemente, haciendo gala de la endogamia propia de Prisa, aunque Verdú trata de presentar las críticas de Flórez y de Calvo suponiéndoles la misma validez...el tono le delata.

La del crítico de ABC, escribe "acalorado" y el de El País "sin sudor alguno". Así, se enmaraña Verdú en una absurda disquisición en torno a los elementos que le hacen a un crítico ser quien es, y decir lo que dice. "El gusto será en el crítico como el gen creador en el artista. No las escuelas, ni las clínicas, ni las drogas o la veteranía logran inclucar el buen gusto en quien no lo tiene" postula Verdú.

Y continúa, lanzando al aire sentencias: "No basta conocer mucho de arte, para apreciarlo se requiere un buen paladar" sin dejar claro a quién se refiere.

Pero lo realmente interesante, es el asomo de crítica que el escritor lanza a la obra de Barceló, autor fetiche de la progresía: "La política, no cabe duda lo enmerda casi todo, y en el caso de Barceló sus astracanadas escultóricas embarullan su obra, de por sí proteica". Ahí es nada.

Y al que llegue sin conclusión al final del artículo, sobre cuál de los dos críticos tiene más buen gusto, y más razón sobre el artista mallorquín...Verdú lo aclara: con el que ha estado "contemplando cuadros" es con Paco Calvo, el crítico de El País . Del "otro" no sabe.

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