
La investigación conjunta de la Policía Nacional y el FBI para esclarecer el caso de Ana María Henao —la estadounidense de origen colombiano que desapareció en extrañas circunstancias, el 2 de febrero de 2024 en Madrid— ha llevado a los agentes de ambos cuerpos hasta Italia. Unas coordenadas localizadas en el teléfono móvil de quien fuera su marido —David Knezevich, el empresario serbio que fue acusado de asesinar a su esposa y que se suicidó hace un mes en la cárcel— centró la búsqueda del cadáver de la mujer en Turín. Pero, de momento, las labores policiales realizadas con perros especializados en la zona no han dado resultados.
La principal hipótesis con la que trabajan los investigadores es que Knezevich mató a Ana María, que había iniciado los trámites de divorcio desde España, y arrojó su cuerpo en algún punto entre Madrid y Belgrado. Aunque él siempre lo negó, la policía pudo comprobar que el serbio estuvo en la capital española cuando la mujer —de 40 años— desapareció. De hecho, ha logrado reconstruir cada uno de los pasos que el presunto homicida dio desde su salida de Miami (ciudad en la que pareja convivía hasta que ella se muda a nuestro país para empezar de cero).
El viaje, paso a paso
El sospechoso voló el 27 de enero de la ciudad estadounidense hasta Estambul (Turquía), desde donde se dirigió a Serbia para alquilar un coche y viajar por carretera hasta Madrid (un recorrido de más de 2.500 kilómetros). El 2 de febrero, compró cinta adhesiva y un spray negro en una tienda de la capital (donde fue grabado por las cámaras de seguridad) y se dirigió al portal de su todavía esposa (en el barrio de Salamanca).
La cinta adhesiva la usó para trucar la puerta de entrada al edificio y así poder entrar más tarde (alrededor de las 21.30 horas) sin necesidad de llamar a ningún piso. El spray lo utilizó para cegar las cámaras de seguridad de la finca, aunque el resultado no fue el que él esperaba. Aunque ocultó su rostro bajo un casco negro e intentó tapar el objetivo, en las imágenes se ve perfectamente la muñeca de la persona que rocía la pintura. Era la de un hombre de piel blanca con un tatuaje que ha permitido identificarle.
Las cámaras le captaron también saliendo del bloque con una maleta de gran tamaño. Tanto es así que los investigadores creen que llevaba a Ana María, que era una mujer menuda (delgada y de 1,48 metros de estatura), en su interior. Ninguna cámara captó a la mujer saliendo del inmueble después de la visita ‘sorpresa’ de su marido, que regresó a Belgrado en el mismo coche de alquiler, pero con una matrícula nueva.
Esa noche se denunció en Madrid el robo de las dos placas de matrícula de un vecino que tenía su coche aparcado en la calle Francisco Silvela, cerca de la casa de Henao. David las sustrajo y se las colocó al vehículo que había alquilado para realizar el trayecto de vuelta a Serbia. En un primer momento, los investigadores pensaron que la primera parte del trayecto la realizó con el cadáver de Ana María en el interior del coche y que se deshizo de él antes de cruzar la frontera con Francia, donde corría el riesgo de ser descubierto.
Según recoge el informe preliminar del FBI, esa matrícula (la robada) pasó por dos peajes en la madrugada del 3 de febrero. Iban puestas en un Peugeot 308 como el que David Knezevich tuvo en su poder desde el 29 de enero hasta el 15 de marzo, aunque con las lunas tintadas. El serbio oscureció los cristales del turismo, por su cuenta. Algo que extrañó al propietario de la empresa de alquiler de coches, como le comunicó posteriormente a la policía. Sin duda, era un hecho excepcional.
Pero este no fue el único detalle que llamó la atención del dueño del establecimiento. Su cliente -Knezevich- había realizado más de 7.500 kilómetros con el vehículo (lo que prueba que pudo ir y volver desde Belgrado hasta Madrid con él), había cambiado los marcos de las placas de matrícula (lo que encaja con el robo registrado en la calle de Ana María) y había retirado dos pegatinas que el coche llevaba puestas cuando él lo alquiló (seguramente para evitar que el automóvil pudiera ser identificado).



