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"Sale barato matar". Misteriosas desapariciones y torsos anónimos, un viaje al inframundo criminal de España

Alfonso Egea responde sin titubeos a la gran cuestión que le plantea Juan Pablo Polvorinos. ¿Sale barato matar en España?

Alfonso Egea responde sin titubeos a la gran cuestión que le plantea Juan Pablo Polvorinos. ¿Sale barato matar en España?

¿Sale barato matar en España? Alfonso Egea, periodista de investigación especializado en sucesos, responde sin titubeos a esta pregunta aparentemente exagerada: "Sí. Y sí de forma severa". Su afirmación no es un recurso retórico, sino la conclusión de años sumergido en el subsuelo criminal del país, entrevistando asesinos y analizando investigaciones con fuentes policiales.

España vive instalada en una aparente normalidad y en una estadística de criminalidad "baja", según los datos oficiales que enarbola el Ministerio del Interior. Sin embargo, bajo esa superficie se esconde una realidad inquietante: condenas efectivas que no superan los veinte años incluso en asesinatos múltiples, miles de personas desaparecidas que jamás han sido encontradas y una cifra negra imposible de cuantificar.

Condenas limitadas, crímenes ilimitados

El Código Penal establece que un condenado por asesinato no cumplirá, en términos generales, más de 20 años de prisión efectiva, salvo casos de prisión permanente revisable. Por ello, recuerda Egea que la comisión de un segundo homicidio no incrementa necesariamente el tiempo de cárcel. "La segunda víctima siempre sale gratis", explica, aludiendo al tope máximo de cumplimiento efectivo.

Este límite, poco conocido por la población, se combina con un sistema garantista que, en palabras del periodista, "permite que asesinos especialmente peligrosos vuelvan a la calle con una facilidad desconcertante".

Aunque España es, paradójicamente, un país muy seguro y al mismo tiempo un territorio donde miles de personas desaparecen sin dejar rastro. Las cifras oficiales hablan de unas 6.000 desapariciones activas, es decir, personas que deberían seguir vivas. Pero la cifra negra —aquella que jamás llega a registrarse— podría ser mucho mayor.

La explicación que aporta el entrevistado es contundente: "Solo el 13% del territorio está habitado. El resto son espacios donde nadie mira". Lugares, añade, donde un cadáver puede permanecer décadas sin ser encontrado.

El inframundo español: cadáveres, mulas y torsos anónimos

Más allá de los casos mediáticos, existe una criminalidad invisible: el "inframundo" del que habla Alfonso. Un ecosistema donde narcotraficantes operan al margen de la ley, mulas humanas mueren transportando droga y son abandonadas sin temor a repercusión, y ajustes de cuentas terminan convertidos en torsos quemados o mutilados imposibles de identificar.

La aparición de restos humanos sin huellas ni dentadura —para evitar cualquier identificación forense— no es un fenómeno aislado, sino un síntoma de una violencia que se ejecuta y se oculta fuera del alcance policial.

Los asesinos que no parecen asesinos

El entrevistado recuerda una advertencia del psiquiatra Cabrera: "El asesino peligroso es el que no parece un asesino peligroso". La experiencia profesional confirma la frase. Alfonso ha conversado con homicidas que podrían pasar por ciudadanos modélicos.

Describe sus miradas como "vacías, carentes de empatía, incapaces de sentir el dolor ajeno". Una frialdad que identifica como uno de los rasgos esenciales del psicópata criminal. "No sienten nada. Y por eso pueden matar".

Delitos sexuales: el agujero negro del sistema

Si hay un ámbito en el que el periodista muestra especial inquietud es el de la delincuencia sexual. Considera que la reincidencia es muy elevada y que la reinserción, en muchos casos, es inviable.

La expansión digital ha facilitado el acceso a menores y multiplicado la producción de pornografía infantil. Las brigadas policiales trabajan "al límite emocional", revisando material que provoca una rotación constante en esos departamentos por la dureza psicológica del trabajo.

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