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Algunas familias de las zonas arrasadas son incapaces de vivir en sus casas. ​​​​

Así se viven las secuelas psicológicas tras la DANA

Algunas familias de las zonas arrasadas son incapaces de vivir en sus casas. ​​​​

La devastadora tormenta de la DANA dejó huellas profundas en los habitantes de Paiporta, especialmente en aquellos que vivieron de cerca el horror de esa noche. Gloria, residente de esta localidad, rememora con angustia los momentos vividos cuando miraba desde su ventana cómo la fuerza del agua arrastraba a personas luchando por su vida, sujetándose a la cancela del portal de enfrente. "Algunos desfallecían y el agua se los llevaba", recuerda Gloria, visiblemente afectada. Su hija, de 9 años, sufrió consecuencias psicológicas graves tras vivir tan de cerca el miedo. En el colegio, le diagnosticaron estrés postraumático debido a los episodios de ansiedad que experimentaba cada vez que escuchaba una sirena o se mencionaba la DANA.

El miedo a que la tragedia se repitiera llevó a Gloria a tomar decisiones drásticas. Primero se mudó a Llíria, a 40 kilómetros de Paiporta, pero finalmente, la familia ha decidido vender su casa. "Emocional y psicológicamente nos ha hecho replantearnos la vida fuera de Paiporta", asegura con tristeza. La situación no es distinta para Paula, vecina de Catarroja, quien también se plantea no regresar a su casa debido al miedo de su hija de 8 años, que sufre al escuchar historias relacionadas con la DANA. "Me pregunta: ¿pero aquí ha habido muertos?", comenta Paula, visiblemente afectada por la ansiedad de su hija.

Por su parte, Teddy, quien lleva 35 años en España y trabajaba como conserje en un colegio de Massanassa, también sufrió las consecuencias de la DANA. Aunque logró salvar su vida, perdió su trabajo y su hogar. "Siento tristeza porque el día de mañana no se sabe cómo se va a hacer", reflexiona mientras relata cómo ahora vive en una vivienda social proporcionada por la diputación. Empezar de nuevo está siendo un proceso difícil para él y su familia.

La DANA no solo destruyó viviendas y causó pérdidas materiales, sino que dejó cicatrices emocionales y psicológicas en los afectados, que siguen luchando por recuperar la normalidad en sus vidas. Mientras las víctimas intentan superar este trauma, el miedo y la incertidumbre siguen pesando sobre aquellos que, tras la tormenta, se ven obligados a rehacer su vida desde cero.

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