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Fallece Manuel Fraga

No aguantó más. Sobre las 22.30, Manuel Fraga Iribarne falleció por una parada cardiaca arropado por los suyos. Tenía 89 años.

Su cuerpo le falló antes que la cabeza. Primero empezó a tropezarse, después necesitó que alguien le ayudara a caminar, se vio postrado en una silla de ruedas y sus últimos días los pasó en una cama, intentando sin éxito recuperarse. Manuel Fraga Iribarne falleció sobre las diez y media de la noche del domingo, por una parada cardiaca.

Junto a él, sus más queridos. Quienes le acompañaron hasta el último momento. Descansó en paz en su cama, tras necesitar sedación en las últimas jornadas. Su hija Isabel era quien se encargaba de sus cuidados, hasta el punto de convertirse en su médico de cabecera. Fue la familia quien alertó, el sábado, al presidente Rajoy del grave estado de salud del padre de la Constitución, cuando cogía un AVE rumbo a Málaga, desde donde habló por primer a vez en público del que un día fue su jefe: "Sin él no hubiera existido el PP", dijo emocionado. Desde aquél momento, siguió minuto a minuto su evolución, hasta que le llegó la triste noticia.

Cómo fue Fraga

Manuel Fraga Iribarne falleció tras dedicarse en cuerpo y alma a la política. Hasta su último día en el Senado, escenario final de su dilatada vida política, recortaba aquellos artículos en prensa que le llamaban la atención e, incluso, seguía mandando esos recortes a sus compañeros. Atendía a los medios de comunicación, seguía las sesiones, participaba en los plenos...

Abril fue el mes de inflexión en su recaída, cuando tuvo que ser operado de la cadera y quedó recluido en su casa. Su familia se convirtió entonces en su gran escudo protector. Su coraza hacia el exterior. Ellos mismos contaban que el Fraga de antes no era el último Fraga; que ya no devoraba los periódicos y que, incluso, le dejaban ganar a los juegos de mesa.

Nació en Villaba, Lugo, el veintitrés de noviembre de 1922. Ministro de Información y Turismo en la última etapa de la dictadura franquista (1962-1969), inmediatamente después de la muerte del caudillo fue también vicepresidente del Ejecutivo y ministro de la Gobernación, bajo la presidencia de Carlos Arias Navarro. Su lugar en la historia lo labraría en la confección como ponente de la Carta Magna de 1978, convirtiéndose en padre de la Constitución.

El Partido Popular se lo debe todo, dicen oficialmente. Creador de Reforma Democrática, antesala de Alianza Popular, fue el fundador del actual partido de centro-derecha. En su currículum, además de otros muchos cargos como embajador o eurodiputado, la presidencia de la Junta de Galicia durante quince años, hasta 2005; año en el que, ya anciano, ganó los comicios pero, por un puñado de votos, el PSOE y el BNG le arrebataron el poder.

Tras esta derrota, se trasladó a Madrid, donde siguió su andadura en el Senado. Los años le pesaron entonces como una losa y los órganos del PP a los que era invitado, en calidad de presidente fundador del partido, se convirtieron en el espejo de su decadencia.


Al principio, y aún con muestras de que empezaba a envejecer, siempre levantaba la mano en el turno de réplica y ponía en evidencia a Mariano Rajoy, con quien pocas veces disimulaba sus desavenencias pese a que ambos se forjaron en Galicia. Fraga a Rajoy se lo rebatía todo, pero bien es cierto que también le apoyó tras su segunda derrota electoral. Que si tenía que ser más contundente, que si se ponía de perfil en asuntos como la Memoria Histórica....pero su voz cada vez se hizo más incomprensible, más difícil de apreciar: "No me he enterado de nada de lo que ha dicho", espetó un nuevo cargo del PP, que participó con él en una comida en Santiago de Compostela, hace algo más de un año. finalmente, eso sí, ganó lo humano.

La apatía con Rajoy chocaba frontalmente con su admiración por Alberto Ruiz Gallardón, su pupilo político. El amor era recíproco: "Es un adelantado a su tiempo, un hombre enamorado de España y de la vida, que ha sabido advertir los cambios del mundo", dijo de él el alcalde de Madrid, para concluir: "Supo romper amarras a favor de las nuevas generaciones, se trata de la persona más importante del pensamiento liberal conservador y del centro reformista en España".

El presidente fundador del PP se metió en más de un lío por Alberto: desde alimentar sus aspiraciones políticas a enfrentarse abiertamente contra Esperanza Aguirre, entre otros asuntos, por el caso Cobo. Llegó a sugerir que Rajoy pensó en "montarle una gestora" a la presidenta de la Comunidad.

Capítulos, más o menos elogiosos, de una trayectoria que desde hacía meses sus compañeros veían visos de concluir. Hoy los elogios son cerrados: "Gracias por ayudar a la reconciliación de los españoles", sentenció Esteban González Pons. "Padre de nuestro partido pero, aún más importante, padre de la España actual", añadió otro alto cargo.

Y es que, dicen en Moncloa, hoy es el momento de quedarse con lo bueno, de acompañar a la familia en la perdida y orar por un cargo que ha provocado lágrimas en las filas del PP. Ya no le volveremos a ver entrando por la puerta de la sede nacional del partido, enfurruñado por preguntas "que son una tontería", pero siempre contestando a los periodistas. Con su silla vacía, el PP pierde a su primer presidente.

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