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Alejandro A. Tagliavini

Violencia y corrupción

Chávez, Castro y Evo "cumplen con la ley". Pero el problema es moral: no existe la violencia justa sino que ésta siempre es destructiva.

Mientras la pobreza y la inseguridad aumentan brutalmente, los venezolanos tienen que soportar a Chávez durante horas por televisión. Según Antonio Pascalli, experto en comunicación, "es el presidente del mundo que más tiempo habla en los medios de comunicación: desde 1998 acumula 7.000 horas sermoneando al país". Todo esto evidencia una "patología dictatorial".

En la última semana, Chávez hizo tres apariciones diarias, obligando a las emisoras de televisión a transmitirlas; temía perder las elecciones municipales y de gobernadores de Estado, como finalmente sucedió en la capital y en las zonas más pobladas.

Chávez amenazó en dos ocasiones con usar la fuerza militar. Primero contra Manuel Rosales, gobernador de Zulia y cabeza del antichavismo nacional y luego contra el gobernador de Carabobo, disidente del oficialismo: "A lo mejor voy a terminar sacando los tanques", le advirtió Chávez.

En Cuba, las cosas están aún peor. El Granma, desde sus páginas, anunció la "ofensiva del Gobierno contra el acaparamiento en tiempos de escasez". Las nuevas normas establecen topes de compra para cada producto. Por ejemplo, sólo se permite tener dos botellas de aceite por persona. Las sanciones van desde el "decomiso de las mercaderías hasta la cárcel". "Conseguí comprar seis trozos de pollo pero no he podido traerlos a casa. Si te ve la policía, te pregunta qué llevas, dónde lo compraste... Y te lo puede quitar, e incluso meterte preso", se quejaba una habanera.

Aunque el Gobierno de Evo Morales niega ambiguamente que se trate de la "justicia comunitaria" que él mismo apoya, los habitantes de Achacachi, un feudo de los "ponchos rojos", radicales indigenistas aimaras, afines a Evo, atraparon a 11 personas, cinco mujeres y seis hombres, mientras supuestamente estaban robando. Los lincharon, hasta matar a dos de ellos y, luego, golpearon y quemaron sus cuerpos antes de que la policía pudiera intervenir.

Así Chávez, Castro y Evo "cumplen con la ley". Pero el problema es moral: no existe la violencia justa sino que ésta siempre es destructiva. No es cierto que la autoridad, para imponerse, deba tener el monopolio de la violencia y ejercerlo. La Iglesia Católica, con dos mil años, es la institución que más ha perdurado e influido a Occidente, sin poder coactivo, sin ejércitos ni policías.

Dice la escolástica que "justo es aquello que se corresponde con su naturaleza" y violento es lo que desvía el curso natural de la acción humana. Entonces, la violencia siempre es injusta y destructiva. Es la corrupción de la naturaleza humana. En el mercado, las acciones se realizan de mutuo acuerdo, gracias a los precios y a la interacción pacífica de las personas. La corrupción surge cuando alguien tiene el poder de sustraerse de las relaciones voluntarias.

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