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Amando de Miguel

Alma máter

Santo cielo, la que se ha armado con el uso que yo hago al decir “el alma máter”. Para empezar, Javier Carrascón Garrido me señala que “en latín no se usan tildes”. Es evidente, pero al trasladar las expresiones latinas a nuestra lengua (hija del latín) nos permitimos la familiaridad de ponerle tildes. Que no es tildarla de nada malo. Solo la escritura de las direcciones del correo electrónico se ven exentas de la obligación de las tildes. Ya es idiotez. De todas formas, se trata de un uso potestativo, es decir, se puede poner tildes o no a las palabras latinas. Tiene razón mi corresponsal en que, con alma máter, no sé por qué razón, los diccionarios no colocan la tilde a máter. Allá cada cual.
 
Más sustanciosa es la observación que me hacen José Luis Pérez Fuentes y Santiago Pérez Rasgado de que debe decirse “la alma máter” y no “el alma máter”. La regla es que “delante de un sustantivo femenino con una a (o ha) tónica se coloca el artículo el y no la”. A pesar de lo cual, el sustantivo sigue siendo femenino. Por ejemplo, “el arte poética”. Pero resulta que alma es adjetivo. Según esa regla, habría que decir “la alma máter” y no “el alma máter”. Así lo aconseja Manuel Seco y lo suscriben mis amables corresponsales. Tienen toda la razón del mundo. Así pues, tengo que rectificar. Como profesor debo decir que está bien lo de “la alma máter” (con o sin tilde, me da igual). No se aplica la conversión del artículo porque alma es adjetivo (= nutricia). Pero como escritor o simple castellanoparlante me suena fatal lo de “la alma máter”. ¿Por qué? Muy sencillo. El sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado. Si existe la norma indicada es porque “la arte poética” suena mal, es cacofonía. Cierto que podemos decir “la alta costura” porque “alta” no es sustantivo. Pero en el caso de las expresiones latinas incorporadas al castellano, las locuciones suenan como un todo, una cosa. Desaparece la noción de que estamos ante un adjetivo o un sustantivo delante de un artículo. En su lugar, la “cosa” funciona como lo que hay que determinar con el artículo. Por esa razón de oído (que es la fundamental en la música del idioma) a mí me resulta más razonable decir “el alma máter” y no “la alma máter”. Por una razón parecida, me suena mejor decir “el hábeas corpus”. Es una expresión jurídica, el apócope de una fórmula de comparecencia que empezaba diciendo: “que dispongas tu cuerpo para comparecer ante el juez”. Por tanto, “hábeas” no es sustantivo, pero a los efectos es lo mismo. “Hábeas corpus” es una cosa, un conjunto, y en consecuencia me permite ponerle el artículo “el”, ya que el masculino funciona como genérico. Corpus en latín es  neutro, pero en castellano es masculino. Aunque fuera femenino, yo diría también “el hábeas corpus”. De acuerdo con la norma tendría que decir “la áurea mediócritas de Horacio”, esto es, la estupenda medianía. Otra vez, áurea es femenino (como alma en el caso primero). Pero, de nuevo, prefiero decir “el áurea mediócritas de Horacio”, como si fuera “el famoso dicho o verso de Horacio que dice áurea mediócritas”. En ese caso me suena como sustantivo y le aplico la regla de conversión del artículo.
 
Esa ha sido me defensa, señores jueces. Dudo mucho de que les haya podido convencer. El purista o el pietista piensa que el hombre se hizo para el sábado. Yo soy un pecador. Acato la sentencia. Debo decir “la alma máter”, pero mi Universidad ─en la que estudié y en la que profeso─ seguirá siendo el alma máter de mis fatigas. Comprenderá ahora Miguel Ángel Carpio, de Jaén, que su propuesta de que me acepten en la Academia no va a prosperar. A este paso, ni en la de conducir.
 
 
 
           

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