Sostengo que el eufemismo es un maravilloso invento que previene de conflictos mayores. La palabra se inventó para pelearse menos. Si el asesino conversara antes un momento con la víctima, se evitaría el lamentable desenlace. Cuantos más eufemismos y otros tropos se introduzcan en la conversación, más fácil es que los conflictos se disuelvan. Por eso se dice la amenaza de que “va a haber más que palabras”.
Todo lo anterior es la teoría general, la sana doctrina. Pero interviene el gusto, el juicio ponderado sobre el uso de ciertos eufemismos. Por ejemplo, el de “contabilidad creativa”, que ahora tanto se estila. La verdad es que hay un punto de ironía en la locución. Es por no decir que la contabilidad es fraudulenta, atentatoria contra los derechos de los accionistas. Diríase una lección de la escuela de rateros que imaginó Dickens o una invención más sutil del patio de Monipodio. Debe entenderse que la contabilidad, para los angloparlantes, es algo muy serio. Accountability en inglés es algo así como responsabilidad, honradez. Por eso mismo se ha acuñado el irónico eufemismo al que me refiero y que ha llegado a nuestras costas con singular éxito. Esperemos que no tenga que aplicarse muchas veces.
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