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Amando de Miguel

El lenguaje público

El politiqués es un suceso menor y bastante divertido. No sería tal si muchas personas no tuvieran un deseo de mandar por encima de todo y su selección no fuera el coronamiento de la mediocridad. Pero ésa es la naturaleza y la sociedad humanas.

Juan J. Carballal está de acuerdo conmigo en la ridiculez que supone el "lenguaje politiqués", sólo que el aguerrido corresponsal es mucho más beligerante. "No sé qué me da más, si pena, si risa o si asco". Hombre, tampoco es para ponerse así. El politiqués es un suceso menor y bastante divertido. No sería tal si muchas personas no tuvieran un deseo de mandar por encima de todo y su selección no fuera el coronamiento de la mediocridad. Pero ésa es la naturaleza y la sociedad humanas.

Ya de paso, don Juan me pregunta sobre un término del politiqués: la preferencia por "efectivos" en lugar de "tropas". Comprendo que lo de "efectivos" (= soldados, militares, combatientes) es un tanto difuso, pero resulta útil precisamente por el carácter heterogéneo de las tropas o de los ejércitos. No combaten solo los soldados, ni siquiera en todos los grados de la escala militar. Hoy se despliegan muchas personas que no combaten directamente, pero que contribuyen a la acción bélica o de ayuda a la población en caso de emergencia. Son, pues, efectivos, una palabra difusa pero útil, que por eso mismo sólo debe usarse en plural cuando se refiere a las operaciones militares. Un soldado no es un "efectivo". Pero la suma de los soldados, sus mandos y otras personas auxiliares, técnicas o de apoyo –con sus correspondientes armas y vehículos– constituyen los efectivos. Se puede decir también "un efectivo de tantas personas". Los efectivos pueden ser militares, pero la misma palabra se aplica a una empresa u organización civil. No creo que estemos ante un caso de verborrea del politiqués.

José Pérez (Valencia) dice que Zapatero al igual que su ministra de "Igual Da", es un atrevido inventor de palabras. El último episodio es lo de rigurosidad, con ocasión de la identificación de cadáveres en el accidente de Spanair. Don José sostiene que Zapatero tendría que haber dicho rigor. Tampoco hay que hilar tan fino. Cierto es que Zapatero sigue ahí la norma del politiqués que consiste en atenerse a las palabras más largas posibles. Pero en este caso, el Diccionario oficial acoge tanto rigor (= excesiva y escrupulosa severidad) como rigurosidad (= cualidad de riguroso). Hay que entender riguroso en su última acepción de "exacto, preciso, minucioso". En definitiva, en este caso Zapatero, tan cantinflesco él, estuvo riguroso. Lo único achacable es su querencia por las voces sesquipedálicas.

Sobre las elecciones norteamericanas cumpla la opinión de Pedro Manuel Araúz Cimarra (Manzanares de la Mancha, Ciudad Real), siempre tan decidor. Recuerda el manchego el tradicional antinorteamericanismo español, no sólo de la izquierda. Cita el ejemplo extremo del famoso artículo "Hipócritas" de Blas Piñar, al que le costó el cargo de director del Instituto de Cultura Hispánica. Volviendo a la actualidad, don Pedro Manuel opina que:

"Obama me parece un telepredicador como el que okupa la Moncloa... un Carter negro, MacCain es un patriota, con una vicepresidenta con un par... Esperemos del buen sentido de los ciudadanos estadounidenses que voten por MacCain. Con un telepredicador en casa, hay bastante; otro en la Casa Blanca sería terrible. De todas formas, creo que a ninguno de los dos candidatos se le olvidará la sentada de Zapatero a la bandera de los Estados Unidos. Eso no es protesta, es ofensa y mala educación. Lo estamos pagando bastante caro".

Estoy muy de acuerdo con las apreciaciones de don Pedro Manuel. El famoso gesto de Zapatero fue todo un prodigio de lenguaje corporal. No estará de más recordar que España ayudó a la independencia de los Estados Unidos.

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