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A los españoles nos encanta la casa con jardín, pero que tenga seto, cuanto más alto y espeso, mejor. Es una forma de hacer que el jardín se convierta en patio, que es lo castizo. La casa se encierra sobre sí misma rodeada del seto como si fuera una barda vegetal. No importa que nos escuchen los vecinos; lo que se busca es que no nos vean. De tal modo se cumple ese diseño que a los habitantes de la casa se les quita la vista del paisaje. Luego está la poda del seto, cada vez más dificultosa y onerosa.

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