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Amando de Miguel

Frases hechas

Se me ocurre que ya es una pequeña dicha el hecho de que, a los 77 años, una persona tenga la curiosidad suficiente como para asomarse a la interné.

Un idioma no es solo una concatenación de voces. A veces se introducen racimos de palabras que aparecen naturalmente engarzadas y que forman una unidad. Son las expresiones estereotipadas, las frases hechas, los dichos y refranes. Si difícil es rastrear el origen de las palabras sueltas, más peliagudo es dar cuenta de la razón por la que recurrimos a algunas expresiones ya montadas. Lo hacemos por comodidad, para no tener que pensar mucho, pero habrá que explicar por qué los dichos son como son.

Fermín Sarasate (Pamplona) avanza una interpretación para explicar por qué se dice "ir a caballo" y no "ir a burro" o "ir a coche". Su argumento es que en la jerga militar se impuso la contraposición entre "ir a pie" (la generalidad de la tropa) e "ir a caballo" (los oficiales). El argumento es ingenioso. Pero siempre es más sencillo imaginar que "ir a caballo" significa colocarse a horcajadas sobre un animal o un objeto, al modo como los jinetes varones montan sobre las caballerías. Ha sido siempre un juego infantil, algo placentero.

Manuel González especifica que "montar a caballo" no significa necesariamente subirse a un caballo sino a cualquier tipo de animal que permita cabalgar sobre su lomo. Se puede también montar a caballo sobre una persona, una silla o cualquier otro objeto con ánimo de juego. El "a caballo" significa la postura normalmente a horcajadas.

Juan Álvarez recoge una frase hecha que yo dejé caer en una tertulia: "Nunca es tarde si la dicha es buena". Don Juan arguye que "por definición, la dicha tiene que ser siempre buena". Por tanto, habría que decir mejor "Nunca es tarde si la dicha llega". Cierto es que la dicha equivale a la buena suerte, la felicidad. Pero originalmente alude a la "palabra dicha" por los dioses en el momento de nacer de una criatura, lo que determinaba su destino. La tradición cristiana recogió esa creencia, de tal modo que es Dios quien expresa esa palabra inicial para anticipar el futuro del recién nacido. Así pues, cabe una cierta ambigüedad en esa "palabra dicha" en el momento de nacer y que luego se nos revela a lo largo de la vida. En consecuencia tiene sentido la frase "nunca es tarde si la dicha es buena", porque cabe la posibilidad de que no sea tan buena o incluso que sea aciaga. Debo aducir que la forma "nunca es tarde si la dicha es buena" la recoge Francisco Rodríguez Marín en su monumental acopio de refranes castellanos. Claro que también puede se que la frase tradicional sea una corrupción vulgar de un pensamiento algo más elaborado.

Emilio Rámira Ruiz es otro que se rebela contra el refrán "nunca es tarde si la dicha es buena". Arguye que, puesto que la dicha equivale a la suerte o felicidad, la frase tendría que ser "nunca es tarde si la dicha llega". Concluye: "Lo decepcionante es que, a mis 77 años, sigo esperando que la dicha llegue, me hace muchísima ilusión". Pues no sea iluso don Emilio, la dicha llega cuando usted así la considera. Que no puedan asegurar algún día lo que dice Gracián: "murió con tanta dicha que nunca supo que era desdichado".

Reitero que el refrán auténtico es "nunca es tarde si la dicha es buena". Originariamente la "dicha" es lo que ha sido dictado por la mente divina, pero puede ser bueno o malo. Lo cierto es que en todos los diccionarios que he consultado el refrán viene así: "nunca es tarde si la dicha es buena". Repito que el destino está escrito (o dicho), pero, según como se lea, cabe una u otra interpretación. La felicidad consiste en sacar el mejor partido a los buenos momentos que todos tenemos.

Rescato un refrán similar recogido por Gonzalo Correas: "Nunca es tarde para bien hacer; haz hoy lo [bueno] que no hiciste ayer". Se me ocurre que ya es una pequeña dicha el hecho de que, a los 77 años, una persona tenga la curiosidad suficiente como para asomarse a la interné. No es menor suerte tropezarse con esta seccioncilla y con el resto de las que componen LD. Son más de un millón de personas las que lo hacen de cutio.

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