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Amando de Miguel

Gramática parda

Las autopistas norteamericanas están mejor señalizadas y con más posibilidades de volver sobre los pasos del conductor que se ha equivocado de dirección. Además, resulta que en la América capitalista hay menos peajes que en España.

José Antonio Martínez Pons se horroriza ante el uso de expresiones ahora muy repetidas, como "detrás mío" o "han habido". La primera procede de los hábitos americanos y la segunda es más típica de los catalanes incultos. Lo correcto es decir "detrás de mí" o "ha habido" (aunque se refiera a un plural). Peor es lo que acabo de oír al ministro Blanco, que los Estados Unidos "nos tienen envidia nuestra" porque tenemos mejores autopistas que ellos. Lo de "nuestra" no acabo de ver qué quiere decir. Pero, si lo que desea transmitir el ministro sabelotodo y lenguatrapo es que la red de autopistas española es mejor que la norteamericana, va dado. No solo nos aventajan los norteamericanos en una red más tupida de autopistas. La realidad es que las autopistas norteamericanas están mejor señalizadas y con más posibilidades de volver sobre los pasos del conductor que se ha equivocado de dirección. Además, resulta que en la América capitalista hay menos peajes que en España y los que hay son más baratos.

Recuerdo que cuando, hace medio siglo, se abrió el túnel de Guadarrama, se dijo que el peaje iba a durar 25 años. Ahí sigue. También se dijo en su día que no habría peajes en las autopistas que atravesaran zonas metropolitanas. Pues los hay. Para mí, lo peor de las autopistas españolas es la señalización. Lo mejor es que se diseñan de forma serpenteante para evitar las cansinas rectas kilométricas. Por ese detalle sí cabe que los norteamericanos tengan envidia de nuestras autopistas. Cierto es también que en los Estados Unidos los trenes de pasajeros se han quedado anticuados, pero los de mercancías son excelentes. En la extensión tan grande del territorio norteamericano es más rentable disponer de miles (no de docenas) de aeropuertos que de ferrocarriles de alta velocidad. Convendría que el ministro Blanco viajara un poco por los Estados Unidos antes de pontificar de lo que ignora. Tampoco le vendrían mal unas clases particulares de Gramática. Basta con la española.

Consuelo Pérez se admira de lo cortés que soy al no interrumpir a mis contertulios en la tele o en la radio. Es una cuestión de carácter y de educación. Simplemente interrumpo a los otros menos de lo que se estila. No comprendo la avidez de muchos contertulios para acaparar el tiempo de exposición. Quizá sea porque no suelen llevar papeles o notas. Esa provisión a mí nunca me falta, no solo en las tertulias sino en todas las tribunas donde tengo que hablar. Ya de paso, doña Consuelo me dice que le resulta malsonante lo de "más mayor" que se oye tanto en las tertulias. Comparto ese sentimiento. Salvo en casos muy contados, la expresión "más mayor" resulta reduplicativa. En todo caso, yo seré un "mayor", pero no me siento un "más mayor". Normalmente, "mayor" es ya un comparativo. Se dice "mayor de" o bien "mayor que". Peor es otra moda, la de decir "los más pequeños" en lugar de "los niños" o "los pequeños". No puede haber escuelas para "los más pequeños", pues los recién nacidos no van al cole. Todo se andará. De momento, hay ya colegios para los alumnos de "cero a cuatro años".

Severino Arranz me envía una serie de dobletes unidos por la "y" copulativa y con la gracia de la rima. Por ejemplo, "tomo y lomo, el oro y el moro, entero y verdadero". Ya los hemos tratado aquí. Forman parte del gusto por la retórica, la repetición y la rima fácil del lenguaje corriente. Lo expongo en mi libro La magia de las palabras. Se pueden añadir muchos más dobletes: "pelos y señales, contante y sonante, única y exclusivamente", etc. No tienen más función que hacer amable el discurso. Por mi parte, insisto en algo que me estraga: el abuso de la "y" al empezar las noticias de los informativos de la tele. Ignoro por qué esa plaga se ceba sobre todo con las televisiones públicas.

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