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Amando de Miguel

Neologismos

Hacer un Hannover se refiere al "hecho de no acudir a una ceremonia religiosa de una boda a la que uno está invitado, para ir directamente a la comida, cena o celebración posterior"

Seguimos con lo del euro, una desgracia de neologismo. César Gironella me señala que en muchos lugares se dice uro, dado que el euro es de difícil pronunciación si uno no es gallego. Mejor hubiera sido seguir el euro como prefijo y así hablar de europesetas, euroliras, etc. Puestos a recuperar una moneda antigua, yo habría votado por tálero, de donde se derivó el dólar.
 
Neologismos hay muchos. La mayoría son efímeros, no pasan de una temporada o de ciertos círculos. Pero a veces tienen gracia. Por ejemplo, Claudia Marraco de la Riva (Madrid) me propone la expresión hacer un Hannover. Se refiere al "hecho de no acudir a una ceremonia religiosa de una boda a la que uno está invitado, para ir directamente a la comida, cena o celebración posterior". La expresión se troqueló con acierto al ver cómo asistía sola Carolina de Mónaco a la boda de Felipe de Borbón y Leticia Ortíz. Los mal pensados supusieron que el marido de Carolina, Ernesto de Hannover, estaba con la resaca.
 
Doña Claudia es un prodigio de observación. Me comunica que, en italiano coloquial, hacer el zapatero es algo así como en castizo "tener ideas de bombero". Añado yo, o "de casquero". Con todo el respeto por los zapateros, bomberos y casqueros, gremios tan simpáticos como poco intelectuales.
 
En el capítulo de neologismos, abundan, como puede verse, los de índole sarcástica. J. Miguel Trallero sugiere que al PNV, dado que los vascos (y las vascas) abominan de la V, se le llame el Pene-Ubre. La cosa queda un poquitín grosera, pero espero que se interprete ánimo jocandi, como lo de hacer un Hannover.
 
Luisa Álvaro Rubio (creo entender) me recuerda que lo de telefonillo para designar al teléfono móvil llega tarde, pues el telefonillo es ya lo que antes se llamaba "portero automático". ¿Y si lo dejamos en teléfono sin más? Por lo mismo que decimos coche y todo el mundo sabe que se designa al automóvil, no al coche de caballos. De la misma forma, el teléfono es simplemente el aparato para hablar a distancia. A veces ese teléfono se enchufa y entonces lo llamamos fijo o doméstico. José Luis Germán insiste en que lo que yo llamo telefonillo por ahí se dice móvil, tendría que ser portátil. Sería mejor dejar lo de portátil para calificar los objetos que se diseñan para ser trasladados con facilidad. Por ejemplo, un ordenador portátil, un frigorífico portátil. Tanto móvil como portátil para designar al teléfono abusan de esa manía de convertir los adjetivos en sustantivos. Habrá que poner un límite.
 
Bien está lo de importar nuevas palabras cuando se necesitan, pero a veces da fatiga tener que comerse con patatas algunas de esas importaciones. Por ejemplo, Miguel Galimany (Barcelona) se resiste a la voz trazabilidad para designar el seguimiento de las fases de un producto comercial. Si traza es huella o rastro, me temo que lo de trazabilidad esté al caer. Mi comunicante se me queja igualmente del abuso de escenario (panorama, imagen futura, prefiguración, supuesto ideal). También tendrán que recoger esa voz los diccionarios. Lo curioso es que se introdujo en inglés hace medio siglo como un italianismo. Yo se lo oía mucho a mi profesor Daniel Bell, en Columbia.
 
Ya es sabido que en español (lengua de sentimientos) nos faltan abstractos, aunque podamos decir mismidad, que no está mal. De ahí que agradezca mucho la contribución de Armando F. Soltanovich Goldman (San José, Costa Rica) para poner en claro los posibles abstractos referidos a los judíos. Resumo su interesante aportación y haré buen uso de ella:
 
Judería: Conjunto de judíos referidos a un espacio. (Por ejemplo, la judería toledana).
Judaísmo: Religión, cultura y civilización de los judíos.
Judeidad: Conjunto ecuménico de los judíos.
Judaicidad: Características distintivas de los judíos según épocas u otras circunstancias.
 

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