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Amando de Miguel

Polémicas léxicas

Juan Ponce corrobora mi observación de que la mayor parte de los puentes romanos son realmente románicos, esto es, medievales. Don Juan cita el puente romano más famoso, el de Alcántara (es decir, “el puente” en árabe).

Francisco Moreno Doncel me recuerda la "guerra por mi cuenta" que hice en su día para convencer al público de que la voz "solo" debía escribirse sin tilde. No era una guerra en solitario. Algunas otras personas utilizaban la razón para no excluir esa palabra de la regla general: las palabras graves terminadas en vocal no se acentúan. Don Francisco sostiene que las reglas ortográficas deberían ser taxativas. No van por ahí los tiros. Antes bien, esas reglas admiten variaciones y a veces son potestativas. Don Francisco se contradice al señalar que "aun" debe acentuarse siempre. No veo por qué. La regla de que se acentúa si equivale a "todavía" y no se acentúa si equivale a "incluso" se basa en un uso fonético. Naturalmente, no es exacto, pero la exactitud no se suele predicar de estos asuntos.

Javier Vicuña dice que le gustaba acentuar el adverbio "solo". Pues hágalo. Nadie se lo va a reprochar. La norma reciente de que no se acentúa es bastante liberal.

La razón por la que se exigen reglas ortográficas es de índole práctica. Si cada cual escribiera como le viene en gana, sería muy difícil digerir la cantidad de textos que tenemos que leer hoy. Un ejemplo que tengo muy a mano. En mi ordenador hay siempre algunos cientos de páginas que debo leer. Esa obligación es para hacer mi trabajo, para ser amable con los autores que me dejan leer sus manuscritos, para atender a los libertarios o a los facebuqueros. Lo razonable es que todos esos escritos se adapten a unas ciertas normas de ortografía, sintaxis y elegancia.

Lo de la lengua es asunto esencialmente polémico. Las ilustraciones son interminables. José A. Martínez Pons razona que el alimoche o el lince tienen derecho a ser protegidos, pero esa misma norma no alcanza a los embriones humanos.

José M. Navia-Osorio corrobora algunos de los eufemismos que emplean los médicos para no desorientar a los pacientes. Por ejemplo, el de Oviedo quiso introducir la palabra "moribundo" en unas normas hospitalarias, pero fue rechazada por el resto de las batas blancas. Había que decir "enfermos en paliativos". Por lo mismo se dice "éxitus" para que no se asusten los pacientes. La misma razón lleva a emplear "ca" o "ceá" para no tener que pronunciar "cáncer". Certifico que la gente no quiere hablar de cáncer. En su lugar, se recurre a "la enfermedad", el "tumor" o simplemente "eso".

Luis Cáceres considera que lo de "emprendedor" es un eufemismo porque "empresario" parece tener un carácter despectivo. Añado que, en la práctica, el emprendedor no es más que un empresario que recibe una subvención. De esa forma se oculta el trato de favor.

Juan Ponce corrobora mi observación de que la mayor parte de los puentes romanos son realmente románicos, esto es, medievales. Don Juan cita el puente romano más famoso, el de Alcántara (es decir, "el puente" en árabe). Francamente, no creo que sea romano, sino románico, gótico y renacentista. Sea como fuere, resulta bellísimo.

Agustín Fuentes apunta unas curiosas etimologías sobre las expresiones "cordobés y hombre de bien no puede ser" y "poner los cuernos". No me convencen mucho. No es verosímil que los cordobeses, solo ellos, se negaran a aceptar el derecho de pernada. Entre otras cosas, porque tal derecho es más bien una leyenda. Como lo es que los nobles ponían un cuerno en la choza de la lugareña sobre la que iban a ejercer su derecho de pernada. Así el marido se abstenía de entrar en su casa hasta que el noble hubiera terminado la faena. Es muy literario, pero no me convence.

Ramón Freire me echa en cara que no dedico mucho espacio a hablar de refranes. Hombre, he dedicado un libro entero al asunto, a partir de los refranes de Sancho Panza. Tengo una estantería llena de libros sobre refranes. Lo que pasa es que en este rinconcillo no podemos hablar de todo por falta material de espacio. Don Ramón sostiene que, en lugar de "bocado de cardenal" tendríamos que decir "bocado de socialista". No me parece una buena propuesta. El "bocado de cardinal" (dicho en medio italiano) alude a algo especialmente refinado, cosa que no se identifica con la compostura de un socialista español. Pero, en fin, sobre gustos no hay nada escrito, aunque ese dicho sea poco realista.

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