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Armando Añel

Sin máscara ni comparsa

Suele decirse que cuando los regímenes autoritarios llegan a su fin, a esa etapa en que la inminencia de un pronto desenlace adquiere visos de ópera bufa, se tornan especialmente crueles. Es el caso del régimen cubano, que fuera particularmente brutal al momento de instalarse en el poder –muy pocos gobiernos, sin embargo, denunciaron los fusilamientos masivos, los juicios carentes de garantías procesales y el clima fanático de supresión individual que encumbró a Fidel Castro– y lo está siendo al momento de derrumbarse.

La diferencia entre las dictaduras tradicionales y los regímenes totalitarios no sólo radica en la eficacia del aparato de control social manejado por estos últimos –cuyos adminículos más presentables, llámense organizaciones de masas, institutos de enseñanza, medios de comunicación o "estímulos productivos", el Estado mantiene constantemente aceitados. También estriba en la decisiva ascendencia de la forma sobre el contenido. De ahí que, en Occidente, a algunos les escandalice tanto la ausencia de aquélla. Sin la forma, sin la máscara que oculta los costurones del rostro "revolucionario", no hay carnaval posible. Nadie va irse del brazo, tras la carroza, con semejante esperpento.

Particularmente brutal al momento de derrumbarse, al esperpento castrista, por añadidura, se le ha extraviado la careta. Fue en un instante de distracción, o soberbia, o desesperación, o incluso chochera, para el caso es lo mismo: sin antifaz no hay comparsa. El hecho de que La Habana ofrezca la salida del país a algunos de los periodistas independientes que quedaran en libertad tras la última oleada represiva –a cambio de que dejen de informar sobre la situación interna–, o amenace a otros con la cárcel o con enviar a sus hijos a orfanatos estatales –como hizo con Claudia Márquez Linares, cuyo pequeño apenas cuenta seis años de edad–, demuestra hasta dónde es capaz de llegar el régimen en su agonía. Que nadie se burle, proteste o se horrorice. La máscara ha caído. Se acabó la fiesta.

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