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César Vidal

Cuando el hombre abandonó las cuevas

La especie humana ha experimentado cuatro enormes y radicales cambios desde su aparición sobre la faz de la Tierra. Aparte de la revolución industrial de los siglos XVIII y XIX, éstos son la denominada “transformación paleolítica” concluida unos diez mil años antes de nuestra Era; la “transformación agrícola” que consiguió domesticar animales e iniciar el cultivo vegetal asegurando una alimentación más regular y, finalmente, lo que Gordon Childe denominó la “revolución urbana”. En virtud de la esta, hace unos cinco mil años las aldeas dieron paso a las ciudades y con ellas a una complejidad social que dejaría su huella en la política, la economía, la guerra o el arte.

Como ya señaló en su día Samuel Noah Kramer, es muy posible que la historia comenzara en Sumer, ya que otras civilizaciones como India y China no fueron del todo originales y pudieron recibir influjos mesopotámicos. Sin embargo, fuera como fuese, lo cierto es que el proceso de modernización que se inició en Mesopotamia hace ahora unos cinco milenios sería el nacimiento de la civilización prístina, es decir, que no procede de otra anterior, que mayor influjo tendría sobre la actual cultura occidental. La historia de cómo unas tribus que sólo sabían como labrar toscos instrumentos de piedra y cazar animales abandonaron un día las cavernas o las orillas de los riachuelos para luchar con una naturaleza hostil –suelos salinos, inundaciones periódicas de los ríos, temperaturas casi desérticas– y vencer en el intento creando una cultura extraordinaria constituye uno de los episodios más impresionantes de la historia humana. Este episodio es el que, precisamente, narra Redman en este libro, que a estas alturas se ha convertido en un verdadero clásico.

Debe adelantarse que a diferencia de otros libros, como los del propio Kramer, la lectura de la presente obra no es fácil. Sin embargo, merece la pena enfrentarse con sus asperezas. Sumergirse en sus páginas implica ahondar en nuestro pasado y en nuestro presente mucho más de lo que puede suponer cualquier ciudadano de a pie. Además existe una razón –nada cultural pero no por ello menos interesante– para leer ahora a Redman. Crítica lo ha reeditado en medio de un festejo de aniversario y ha reducido el precio del libro a tan sólo mil quinientas pesetas. Acercarse por el precio de una entrada media de teatro al momento en que nuestros antepasados dejaron de ser semibestias para convertirse en agricultores, astrónomos o literatos constituye una verdadera ganga.


C. L. Redman, Los orígenes de la civilización, Barcelona, Crítica, 443 páginas.

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