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Cristina Losada

Monty Python en Interior

El ministro representó esa descoordinación cuando le preguntaron por la ilegalización de Amaiaur y Bildu. ¿No la reclamaba su partido cuando estaba en la oposición? Yes, pero ahora estamos en el gobierno. ¡Ah!

Las diversas, y nunca mejor dicho, declaraciones del ministro del Interior sobre ETA y sus legales testaferros,  me hacen pensar en un sketch de Monty Python. Como los funcionarios del Ministerio de los Andares Tontos de los humoristas británicos, Fernández Díaz,  cuando habla,  da un paso hacia un lado y otro hacia el contrario, remata  una zancada  con un salto atrás,  estira mucho una pierna para encoger la otra y, en general, concita la impresión de un cuerpo desgobernado, ajeno a la disciplina, que se escora sin ton ni son. En su última aparición en la prensa, en el diario El País, el ministro representó esa descoordinación cuando le preguntaron por la ilegalización de Amaiaur y Bildu. ¿No la reclamaba su partido cuando estaba en la oposición? Yes, pero ahora estamos en el gobierno. ¡Ah!  

El paso más tonto que ha dado el Gobierno de Rajoy desde que echara a andar es el denominado acuerdo para la gestión del final de ETA. Y no tanto por su contenido,   sino por lo excluido, que es lo que ha venido a definirlo. Se quisiera  o no,   ha dividido el campo entre los partidarios de ilegalizar a las franquicias de la banda, donde se ha situado uno solo; y los partidarios de no ilegalizarlas, donde se reúnen  todos los restantes. Más aún, se ha percibido  como una maniobra para contrarrestar una propuesta del partido de Rosa Díez y castigarlo a aislamiento, como hacían antes con el PP quienes ahora son sus compañeros de consenso. Los de Rajoy podían haber respondido con una declaración de intenciones: hoy no tenemos pruebas, pero estamos a la espera y  vigilantes. En lugar de eso, se pusieron como basiliscos con un partido minoritario, y le hicieron un favor.

El legado de Zapatero respecto de ETA incluye la concesión de  facilidades para un cese de los atentados. Vuelta a las instituciones, generosidad,  reconciliación, perdón y todo el pack que está ofreciendo  Patxi López. Pero, ay, ni con tan cómodas condiciones se produce  la metamorfosis. Lo último que ha salido del entorno de la banda es que lamentan no haber llorado un poquito por los asesinados mientras celebraban que los hubieran matado. Mira que se vela para que progresen adecuadamente, y nada. El Gobierno del PP ha heredado una situación de chantaje, en la cual la suspensión del terrorismo depende de que se fortalezca su brazo político. Esa es la zanahoria. Y el ministro del Interior  hace malabarismos con ella.

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