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Emilio Campmany

Rajoy, 'kaputt'

Nadie que haya tenido un puesto importante en el PP puede hoy suceder a un Rajoy que por fin se verá obligado a hacer algo, dimitir.

Nadie que haya tenido un puesto importante en el PP puede hoy suceder a un Rajoy que por fin se verá obligado a hacer algo, dimitir.

En 2004, Rajoy creyó que ganaría las elecciones de la forma en que hasta entonces había logrado todo en política, a base de no hacer nada. Durante la siguiente legislatura intentó ser el líder que la derecha reclamaba para hacer frente a un Zapatero que llevó la nación al borde del abismo, negociando con ETA y dando alas al independentismo catalán. Como en 2008, a pesar del cambio de estrategia, volvió a perder, Rajoy retornó adonde solía, a no hacer nada. Dejó que Zapatero se cociera en su propia incompetencia y se sentó a esperar que la presidencia del Gobierno le cayera de la higuera. Y así fue.

Enfrentado a la grave crisis que el país sufre, admitió a regañadientes que algo había que hacer, pero sólo en el ámbito económico, dejando al margen la reforma institucional. Por eso lo esencial de su política ha consistido en recortar servicios y subir impuestos a los ciudadanos, sin tocar el sistema ni siquiera en lo económico. Para no tener que reformarlo, ha llegado a negar la evidencia, que está diseñado de un modo que genera derroche por sí solo, sin necesidad de que sus gestores sean especialmente manirrotos.

Sin embargo, hay una crisis inequívocamente institucional que se superpone a la económica. No se trata de la Monarquía, ni de la Justicia, que también. Se trata de la nación. Pero, ante la gravedad de lo que ocurre, Rajoy sólo sabe hacer lo de siempre, sentarse a esperar que el tiempo solucione los problemas. Ahora, las revelaciones publicadas por El País transmiten la sensación de que lo que todos sospechábamos, que el sistema estaba podrido, era efectivamente verdad. Puede que muchos de esos pagos estuvieran justificados, pero ¿por qué esa forma de contabilizarlos? ¿De dónde salía el dinero para poder realizarlos? ¿Por qué algunos empresarios hacían pagos al partido de esa forma tan opaca? ¿Y por qué el partido los aceptaba? Y, sobre todo, ¿cómo es posible que Bárcenas amasara la fortuna que ahora confiesa haber regularizado teniendo como actividad principal la de tesorero del PP?

El templo se viene abajo y nadie parece en condiciones de salvarse. Ya no es cuestión de si se aparece o no en la lista o de si los pagos que se recibieron están o no justificados. La cuestión es que esa no es forma de llevar la contabilidad de un partido político cuyos cargos manejan cientos de miles de millones de dinero público. Nadie que haya tenido un puesto importante en el PP puede hoy suceder a un Rajoy que por fin se verá obligado a hacer algo, dimitir. ¿Y el PSOE? ¿Puede el PSOE aspirar a heredar los escombros? No parece. A fin de cuentas, es tan responsable como el PP del sistema que padecemos. Quien tenga que venir no puede salir de ninguno de esos dos partidos. No tengo ni idea de quién podría ser. Sólo sé que tendrá que traer una escoba bien grande.

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