Hay amores que matan. A Dalí le ha tocado ser objeto de revisión en 2003 y, como aperitivo, “La 2” de TVE ha ofrecido en versión bilingüe –catalán y castellano- un aperitivo en forma de película que podría hacer las delicias de los que nunca le encontrarán la gracia al artista ampurdanés. Sergi Schaaff, un experto en concursos televisivos radicado en Barcelona, ha sido el encargado de dirigir un largometraje que suma todos los defectos que se pueden acumular en un “biopic” de urgencia.
Si Boadella supo en su “Daaalí” sacarle chispa al extravagante artista, el trabajo de Schaaff es de los que merecen apuntarse como ejemplo de lo que no hay manera de tragar. Entre el asesoramiento en el guión de Ian Gibson, que marea más que ilustra, y la poco convincente actuación de Enrique Alcides en el papel de Dalí y Rosa Cadafalch haciendo de “Gala la mala”, el producto audiovisual de TVE le ha hecho un flaco favor, no al artista, que ya hizo lo que quiso en vida, sino al ingenuo espectador, que piensa que algo aprenderá en una película que, por su duración, está condenada, al menos, a dar abundantes datos sobre la vida de Salvador Dalí.
Para sacar provecho de las dos horas que dura “Dalí etre Dieu” es necesario tener abundantes conocimientos sobre el movimiento surrealista y la vida y obra de Dalí. De otra manera, no hay manera de seguir el jeroglífico, más que argumento, de la película. Y si algo se sabe de la época, resulta bastante insoportable ver esa especie de “lolaylo” enloquecido haciendo de payaso sin gracia.
Es posible que la mesa redonda que acompañaba la obra de Schaaff para el circuito catalán de TVE diera más claves sobre el artista, pero, vista a palo seco en el resto de España, queda como un material de encargo al que no hay manera de encontrarle la razón.
Dalí, en vísperas del año de su homenaje, ha recibido la primera pedrada institucional con la ayuda de TVE y de un equipo catalán atragantado de documentación y ayuno de ideas.
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